ENTREVISTA

Rafa Serna: «Tenía mucho miedo de no volverme a vestir de luces, y sé que me lo volveré a poner muchas tardes más»


viernes 30 mayo, 2025

"Cuando vi ese pañuelo asomado en el palco y cogí la oreja en mis manos, me dije a mí mismo que esto va a seguir adelante", explica el joven en una entrevista para Cultoro.

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Rafa Serna antes del paseíllo. Foto: Olmedo

Rafael Serna vivió este jueves en Las Ventas una de esas tardes donde no sólo se confirma una alternativa, sino también un destino. Paseó una oreja en su segundo toro y dejó la sensación de entrega absoluta en una jornada que marcaba su regreso a los ruedos tras veinte meses sin vestirse de luces. Esta mañana, el sevillano compartió sus sensaciones con CULTORO con la emoción todavía a flor de piel.

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“Intenté entregarme al máximo, no dejarme nada en el tintero”, reconocía. “Sabía que iba a tener muchas carencias técnicas por el hecho de no torear, pero desde antes del paseíllo hasta el final apreté. Era consciente de que iba a haber momentos difíciles, pero no volví la cara”. Sobre el toro de la ceremonia, Serna explicó: “En ese primero creo que di la cara; llevaba mucho tiempo sin torear y, aún así, di una gran dimensión. Luego, en el último, fui con todo.”

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“Iba muy dispuesto. En estos días atrás pensaba que iba a sorprender, que me iba a tocar un toro que me regalara quince o veinte embestidas. Pero cuando entré en la tarde, fui consciente de la dificultad de esta profesión: cuando no hay toro, no hay toro.”

Pese a ello, se mantuvo firme y no dejó pasar la oportunidad. En el sexto, anduvo firme, asentado, consciente en todo momento de la difucltad del día de hoy para él. Tuvo paciencia para embeberlo en la derecha y no le dudó nunca, todo lo contrario; le consintió más allá de lo que aconsejaba su escaso bagaje, su falta de rodaje para llegar hasta aquí. Y al final, casi en el gancho de las mulillas, el pañuelo blanco de la Presidencia le dio aire para permanecer metido. “Cuando vi ese pañuelo asomado en el palco y cogí la oreja en mis manos, me dije a mí mismo que esto va a seguir adelante.” Sin embargo, no ocultó cierta frustración: “Me voy con la pena de que no me ha embestido un toro. Esa es la pena y el sabor agridulce que me queda.”

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También recordó un episodio clave en su trayectoria: “Va a sonar surrealista, pero quise matar los dos toros míos en el mismo sitio en el que me pegaron la cornada en 2016, por superar ese trance y ese miedo que he tenido tantos años en la cabeza. Yo entré en la enfermería renacido.” Y cerró con una confesión que resume la intensidad de la jornada: “Llevaba 20 meses sin torear una corrida y sólo tenía esta tarde. Tenía mucho miedo de no volverme a vestir de luces, y sé que me lo volveré a poner muchas tardes más.”

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