Visiblemente emocionado por el recibimiento emotivísimo del público jiennense, Rafaelillo recogía una ovación tras fallar con la espada ante su primer toro, al que reconocía haberle «sacado tandas que no creía que tuviera, porque reponía, se venía andando y poco claro. La lástima es la espada…», reconocía, dado que hubiera tocado pelo con toda seguridad en el toro de su regreso.
«Estoy muy feliz y me voy con unas sensaciones de cariño y de un recibimiento tremendo del público. Por eso esta oreja me la tomo com o el premio a todo lo que he pasado hasta llegar a hoy», aseguraba Rafaelillo tras la lidia del cuarto.