A escasos 14 kilómetros de la capital vallisoletana se encuentra la ganadería de Raso de Portillo, una divisa que ha aguantado el paso del tiempo a base afición y mucha constancia. Un hierro que lleva más de 140 años en las manos de la misma familia, siendo una de las pocas divisas de toda España que se ha mantenido tanto tiempo en una misma finca, pasando de generación en generación hasta el día de hoy.
La ganadería de Raso de Portillo dispone de una gran riqueza y variedad genética al estar compuesta por tres sangres, en su mayoría Santa Coloma vía Dionisio, Parladé vía Gamero-Cívico y Conde de la Corte tras la compra de varios sementales, algo que dota de una personalidad bien definida a unos astados que tanto en genotipo como en su fenotipo tienen una seña de identidad muy marcada.
Hoy en día llevan los mandos de la ganadería los hermanos Gamazo, quienes defienden a capa y espada el legado heredado por sus mayores. Por todo ello quisimos hablar con Íñigo, un hombre que sabe el tesoro que tiene entre sus manos y que no quiere perder por nada del mundo. Un ganadero cabal y con la cabeza sobre los hombros que nos definió a la perfección las sensaciones de su temporada.
Íñigo Gamazo, ganadero de Raso de Portillo: «La temporada la valoro de forma muy positiva»
«La temporada la valoro de forma muy positiva, estoy muy contento. Todos los sitios donde hemos estado prácticamente hemos salido muy bien, con premios… hemos lidiado una novillada en Peralta en septiembre y un novillo en Villaseca de la Sagra en la misma jornada, y tanto en un sitio como en otro nos han dado el premio a la mejor novillada. Ese ha sido el colofón al año. Previamente, en Vic-Fezensac salió una novillada buena; también lidiamos dos novillos buenos en los circuitos de la Fundación Toro de Lidia. La única pega es que este año pasado teníamos una camada un poco justa, y no ha sido posible lidiar más. Habremos lidiado unos 20 o 25 novillos, aunque alguno más ha ido a las calles», nos reconocía en palabras a este medio su ganadero, Íñigo Gamazo.
Tras la buena e interesante temporada los veedores ya han vuelto a pasar por los fértiles pastos en los que se van rematando los toros y novillos de esta afamada ganadería: «En el 2023 hay una camada de 45 novillos y seis toros que hemos dejado; para una corrida de seis no da, pero para una de cuatro sí que podría valer o para algún desafío, también estamos abiertos para lidiarlos en varias corridas concurso».
«Este año tenemos una camada muy larga»
Una serie de animales que abren el abanico de una ganadería que sueña con poder ir a Las Ventas, una plaza donde el aficionado espera verlos lidiar y donde no tienen antigüedad: «Este año tenemos una camada muy larga. Hay posibilidad de ir a Madrid, todos los años suelen venir y verlos, aunque es difícil acudir; nosotros en Las Ventas no tenemos antigüedad. Tenemos una novillada sin caballos lidiada en el año 85. Me imagino que saldrán novilladas para Francia, un lugar donde nos tratan fenomenalmente».
Dentro de unos años muy duros con la pandemia, la subida de precios por la guerra en Ucrania, la alta inflación… al menos el tiempo no les ha dado la espalda pese a pasar momentos complicados con la sequía: «Empezó a llover tarde, a mediados de octubre, pero una vez que empezó, lo hizo muy bien. Llevamos ochenta o noventa litros. Además, no ha hecho frío, por lo que todo lo mal que venía en octubre, se ha recuperado bastante. Solamente ha helado un día o dos como mucho. En ese sentido, bien».
Estos son momentos duros los vividos en el campo con esa alarmante subida de costes que no se ve reflejada en el precio del toro: «Todo eso lo llevamos muy mal, porque ya antes de la pandemia la situación de las ganaderías era muy delicada, y a partir de ahí todo ha venido en contra. Lo del pienso es un disparate, y a nivel de enfermedades y papeleo y burocracia no mejora la cosa. El panorama es muy triste».