Hablar de Ricardo Gallardo es hacerlo de uno de los criadores de bravo más afamados de nuestra piel de toro, un hombre que cumplió su sueño allá por finales del siglo XX cuando acudió a su amigo Borja Domecq para adquirir simiente de la vacada de la estrella de las cinco puntas. Una ganadería de gran relevancia en el panorama taurino que le ayudó a sentar las bases de ese proyecto que pocos años después se hizo realidad.

Torero frustrado, exitoso empresario del sector del mueble, ganadero de reses bravas… todo ello gracias a los pingues beneficios obtenidos con la madera. Este cordobés ha conseguido cumplir más que un sueño, ha llegado a cotas que ni siquiera podía imaginar cuando decidió apostar por ser ganadero de reses bravas. Pese a ser cordobés de nacimiento, Gallardo dividió su residencia entre Sevilla y Cádiz, lugar este último donde tenía su empresa de muebles y la ganadería. Sin duda alguna, sin el sustento que ha dado, y le da, este sector del mueble, no hubiera sido lo que es, hoy en día, un ganadero reconocido por toreros, prensa y aficionados.
Se trata de un apasionado del toro bravo, un ganadero que una vez entrado de lleno en las ferias no ha salido de ellas gracias al buen resultado cosechado por sus animales en cosos como Madrid, Valencia, Bilbao, Pamplona o Sevilla. Corridas de toros y novilladas donde la bravura no se negocia, un tipo de animal de gran exigencia, pero buen fondo, algo que le hace no salirse de carteles de interés para el aficionado.

Ricardo es consciente que sus animales son para apostar, esta es una ganadería que sustenta su economía en las plazas de primera, cosos donde salvo excepciones las figuras no los suelen pedir. De hecho, el pasado año volvía su hierro a Pamplona y con un cartel de máxima categoría por la presencia de Miguel Ángel Perera, Andrés Roca Rey y Tomás Rufo. Una corrida de enorme seriedad, pero muy en tipo de la casa, una tónica habitual cada vez que Gallardo pisa cosos de primera categoría.
Desde el último cuarto de siglo XX a esta parte los criadores de bravo fueron abandonando las zonas más ricas en pasto; ya fuera en la marisma o la campa para irse a la sierra y aprovechar las virtudes que estas podían tener, dejando las otras fincas para la siembra, ya fuera de secano o regadío. Emergía ese colchón necesario para poder equilibrar las cuentas al final de cada ejercicio. Pero para llevar a cabo este cambio de fincas en busca de esa mencionada rentabilidad se necesita una cartera lo suficientemente amplia, esa que te ayude para comprar tanto las fincas como el ganado que quieres introducir en ella.
Ricardo ha conseguido con los años asentar un proyecto ganadero no exento de dificultades, y que le ha llevado a ser una de las vacadas con mayor número de indultos, un hierro que tanto en novilladas como en corridas de toros ha dejado su sello allí por donde pasaba. Tras la pandemia redujo cabezas de ganado quedándose en prácticamente la mitad, buscando el toro de plaza de primera y menguando en su casa el animal de tercera, plazas estas donde su demanda era menor. Ricardo ha sido un “hacha” en los negocios, un hombre que tenía claro hacia donde quería encaminar una vida donde el toro siempre tendría un lugar preferente en la misma.