Sigue el proceso de recuperación del diestro limeño Andrés Roca Rey, un espada que tras la grave cornada del pasado sábado en El Puerto de Santa María causó baja el día siguiente en Pontevedra, haciéndose oficial en el día de ayer sus sustitutos en Palma y Dax, dos plazas donde debía trenzar el paseíllo este fin de semana. El peruano sabe que es importante acortar los plazos, pero que todo debe hacerlo de una forma consensuada con los médicos.
Aparte de su gran tirón taquillero, de sus virtudes como torero y de los triunfos casi a diario, Andrés hace tiempo que desveló una serie de secretos y supersticiones que muy pocos conocían y que han suscitado un interés por parte de los aficionados. Al limeño no le gusta dejar nada al azar, sabe que la suerte también cuenta y no quiere que esta campe a sus anchas. El peruano es un torero estrechamente ligado a los suyos, a los que están y a los que no, algo que reconoció en una entrevista realizada al periódico El País en diciembre de 2018.
Roca Rey: «Creo en la energía que deja en el mundo la gente que se va»
Dentro de los momentos bonitos vividos en la profesión, al torero nacido a orillas del Pacífico también le han sacudido un Tsunami de emociones, sin ir más lejos ha perdido durante estos años a cuatro amigos, cuatro jóvenes toreros con los que no ha perdido el contacto pese a no estar con nosotros. Todo esto lo cuenta con una naturalidad pasmosa en la citada entrevista. «Creo en la energía que deja en el mundo la gente que se va. Muchas veces le pido por algo a mi abuela, o a algún familiar o amigo que se ha muerto, y me siento fuerte. Se transmite la energía que han dejado», señalaba al citado diario.
Además de sentir cerca la muerte, ¿sientes la cercanía de los muertos? Le preguntaban en dicha entrevista «No sé si siento la cercanía, pero me siento seguro pidiéndole a ellos« comentaba un torero que sabe que pese a no estar con nosotros si los podemos tener presentes, algo que ayuda a vivir más suelto, a sentirse arropado aunque no estén físicamente junto a él. También se siente cerca de un torero revolucionario, Joselito El Gallo, que murió en 1920 a los 25 años por una cogida, siendo el sevillano uno de los más grandes de la historia.
Andrés no tiene grandes supersticiones que le influyan en su día a día o en las horas previas a los festejos: Vestirse por la derecha, una pulsera morada, la curiosa forma de colocarse la montera antes de liarse el capote de paseo… pero poco más. Otros compañeros dejan la luz encendida, salen con el pie derecho de la habitación, piden que nadie entre en ella, no gustan de vestirse con colores llamativos… algo que en el caso de Roca no se suele dar.
En dicha entrevista también contó sus sensaciones delante de la cara del animal, ahí la mirada es muy importante, tener una conexión entre ambos, un mensaje que fluye. La competencia es importante, pero cuando uno está delante del toro se abstrae pese a la cantidad de gente que hay en los tendidos. «Delante del toro te abstraes, en los momentos más especiales, cuando te encuentras de verdad bien contigo mismo; luego obviamente hay un público, y quieres tenerlo feliz, pero justamente para eso tienes que estar metido en ti mismo. Si intentas simplemente agradarles, no estás de verdad. Hay que intentar sentirlo para que ellos lo sientan».