MADRID

Roca Rey se ‘encara’ al tendido 7 en mitad de la faena al sexto de Victoriano del Río


domingo 11 junio, 2023

Recriminaron su actuación durante la lidia de un toro emotivo pero nada fácil del hierro madrileño y el peruano se enfrentó a este sector del tendido 7.

Roca Rey Tendido
Roca Rey, saliendo de una tanda y mirando al tendido. © Luis Sánchez Olmedo

El diestro Andrés Roca Rey se ha enfrentado al tendido 7 de la plaza de toros de Las Ventas en la tarde de este domingo 11 de junio durante el desarrollo de la corrida de toros In Memoriam en homenaje al diestro José Cubero ‘Yiyo’, en la que ha compartido cartel junto al madrileño Julián López ‘El Juli’ y el extremeño Alejandro Talavante.

Roca Rey estaba en el ecuador de la faena al sexto ejemplar del festejo, un toro que tenía un tranco emotivo pero que tenía un complicado embroque por el feo derrote que ofrecía. En uno de éstos lo prendió de forma espeluznante y prosiguió faena de forma valiente. La plaza era un hervidero por la verdad con la que propuso el toreo Roca Rey, que no se dejó nada dentro y expuso una barbaridad.

Luego, el presidente negó una justa oreja que le abriría la Puerta Grande al peruano

Ante las reprimendas de parte del tendido 7, que intentaron polemizar el trasteo, Andrés Roca Rey se enfrentó a esa parte de la afición, que incluso recriminó algún gesto a su apoderado, Roberto Domínguez, que estaba en el callejón. Tras ello el presidente negó una justa oreja que le abriría la Puerta Grande al peruano, algo que no consiguió por esa negativa.

Antes, frente a su primero, sí que logró pasear un premio tras dos avisos después de una faena de plena entrega y de despaciosidad por momentos. Hubo cotas muy altas de exposición y se apoderó Andrés en todo momento de la situación.

Así contamos la tarde de Roca Rey

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Roca Rey, tras el paseíllo. © Luis Sánchez Olmedo

Como contábamos en nuestra crónica, «hoy Roca Rey caminó del mismo burdeos y azabache con el que Yiyo tocó el paraíso de la Fiesta mientras miraba a la muerte cara a cara -que por desgracia encontró en Colmenar-. Porque tenía el toreo de los 80 la esperanza en un chaval de Canillejas que era todo vida en su sonrisa, en su forma de ser, en su estampa tan torera como jovial. Y le segó un toro la vida y, con ella, la ilusión de quien quería cambiar la tauromaquia».

Sobre el tercero, exponíamos que «ya intentó clavarle los puñales el serio tercero a Roca Rey cuando se intentó desmayar en la primera verónica a pies juntos. Y luego empujó fuerte en la primera cara hasta derribar al piquero. Con los ojos mirando al horizonte se enfrentó a un vendaval y le plantó la tela por detrás en el centro. Le aguantó tarascadas, le tragó coladas, pisó terrenos quizá no entendidos por el Sanedrín pero donde queman hasta las falanges«.

En cuanto al sexto, exponíamos que fue «una obra de magnificencia y espíritu de poder máximo. El que mostró también un toro que transmitió más arriba que la verdad que tuvo en el embroque. Porque se arrancaba con emotividad pero luego tenía geniudo tranco un animal al que aguantó tarascadas Andrés hasta que el toro lo prendió por el pecho de feísima forma. La plaza entera con él, menos el Sanedrín, al que se enfrentó Roca Rey. Y la maldición de la espada, que le robó una Puerta Grande que se pidió pero el palco no entregó -quizá no fue la tarde del toreo soñado, de reventar Madrid, mas sí de atestiguar por qué llena plazas-«.