Andrés Roca Rey fue, este sábado, de La Maestranza a Triana, ya que acudió a la calle San Jacinto a agradecer a la Virgen de la Estrella su Puerta del Príncipe. Así lo publicaba en sus redes sociales la Cofradía del Domingo de Ramos sevillano con el siguiente tuit:
⭐️Andrés @RocaRey visita a María Santísima de la Estrella para agradecerle su triunfo esta tarde en la Plaza de Toros de la @maestranzapages y abrir la Puerta del Príncipe. #FeriaSevilla2024 pic.twitter.com/mocn2zp5Ll
— La Estrella (@hdadlaestrella) April 20, 2024
La tarde de Roca Rey en Sevilla este sábado
Templó Roca Rey de salida al segundo de la tarde un astado con buen son al que el peruano toreó ganándole siempre un paso. Un animal que se dejó pegar en el jaco antes de llegar a una faena de muleta donde Andrés jugó sus bazas para calar en la parroquia. Se puso rodilla en tierra para pasarse por la espalda a un toro que embistió con gran transmisión. Pronto y fijo fue el animal de la familia del Río, un astado serio en su comportamiento, pero al que le falto empujar de verdad buscando los vuelos. Ligó el peruano las series en redondo llevando largo a un animal que tendía aburrirse saliendo con la cara alta. Una serie a diestras finalizada con un ajustado circular llegó mucho u unos que no afearon la colocación del espada. A zurdas tuvo mayor clase el Victoriano ralentizándose por ese pitón en muletazos siempre pulseados aunque faltos de ajuste en algunos de ellos. Su labor tomó un vuelo importante pero se paró en seco tras acortar las distancias. Se quedó Andrés en la cara de ‘Cojito’ siendo prendido por el animal. Dolorido pero sin mirarse se jugó el tiempo en una serie final con la muleta a la espada de gran ajuste. La estocada pondría en sus manos el doble trofeo de un toro ovacionado en el arrastre.
El quinto fue un animal de Toros de Cortés con movilidad y transmisión pero sin la clase necesaria para romperse por abajo. Un astado al que Roca Rey le planteó una faena en los medios para evitar así que este se rajara. El astado madrileño tuvo genio y cierta aspereza, esa que intentó paliar el peruano gracias a su firmeza. Con el toro embistiendo con todo el limeño se quedó quieto como un poste para domeñar su genio. Pese a no ser una faena templada y de toreo reposado, Andrés dejó patente su valor al aguantar las oleadas de un animal que nunca se entregó. Anduvo con la firmeza que le caracteriza en un trasteo donde se jugó literalmente la vida ante un toro muy complejo. Con el astado a menos se metió entre los pitones en un alarde de superioridad hacia el animal. Una estocada algo tendida no sería óbice para que la plaza sacara los pañuelos y le fuera concedida una oreja que le abría la Puerta del Príncipe.