PABLO LÓPEZ RIOBOO / FOTOGALERÍA: IVÁN MATITO
Podríamos
definir la tarde de hoy como completa o rotunda, en la que tanto los
varilargueros como los hombres de plata cumplieron y saldaron con nota la tarde
de hoy. En todos los toros de la corrida de Matilla vimos momentos de gran
interés. En el primero los aficionados que llenaban en más de tres cuartos La
Maestranza vieron como Carretero dejaba dos pares de mérito ante un toro
medido, su segundo par tuvo exposición ante un animal tardo en la arrancada.
Por su parte en el cuarto, un toro con sus teclas volvió a destacar el temple a
muñecas de un Carretero que supo llevar al toro a su altura, lanceando con
suavidad, a favor de un toro que sacó clase en las telas.
La
conjunción de la cuadrilla del extremeño Perera es perfecta -funciona como un
reloj suizo- en todos los tercios. En el segundo Francisco Doblado dejó dos
varas a tener en cuenta, el manso de Matilla se llevó dos puyazos tan medidos
como en su sitio que le valieron la ovación, mientras que el quinto fue
Rodríguez el que cuidó al animal en el jaco con dos varas medidas. En el turno
de los de plata Javier Ambel toreó con gusto, lanceando con un enorme temple al
toro, le abrió los caminos al animal con sumo tacto, labor para aficionados.
Con los palitroques se demostraron Curro Javier y Barbero, el de Sanlúcar
brilló especialmente en su segundo par. Por otra parte en el quito fue el
sevillano el que cuajó de capa al colorado de Matilla, con la pausa y la cabeza
como premisas básicas en su toreo dejó capotazos al ralentí, le cambió las
alturas para exigirle más o menos según lo requiriese el toro, una labor
valorada por el público sevillano, el cual obligó a desmonterarse a Ambel y
Barbero en un gran tercio de banderillas. Los dos pares del extremeño tuvieron
el sello de la distinción.
De la
cuadrilla del de Espartinas sobresalió Neiro con su medida lidia al tercero y
Sobrino por sus dos buenos pares a dicho toro. En el que cerraba plaza no
podemos dejar atrás el buen tercio de banderillas que nos dejaron tanto Neiro
como Galvín ante un toro que esperó en banderillas. Tuvo mucho mérito, debido a
lo arriesgado de su labor. Sevilla les obligó a saludar montera en mano para
cerrar una gran tarde de toros.