CRISIS

La delicada situación de los pequeños ganaderos de bravo: ¿Qué hierros se han visto abocados a venderse o llevar animales al matadero?


domingo 8 diciembre, 2024

El censo de animales lleva bajando desde hace años, obligando a ganaderos con encastes menos apetecible por los toreros o con menor nombre a bajar la persiana

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Dos toros en el campo bravo madrileño. © Pablo Ramos

No son tiempos fáciles para ser un ganadero de bravo, más si cabe cuando estos llevan aguantando sobre sus espaldas gran parte del peso de la fiesta tras la alarmante subida de costes derivado de una enorme inflación. Muchos de ellos aguantaron reduciendo su hato de madres, otros tentando gran parte de la camada a puerta cerrada y algunos como Victorino Martín pidiendo créditos para no tener que eliminar genética.

Pero hay una amalgama de criadores de bravo que se han visto obligados a bajar la persiana, a vender todo el ganado que tanto esfuerzo les costó criar. Un sueño que se iba por el sumidero debido al citado incremento de las materias primas, algo inasumible para muchos. Nombres de ganaderos humildes que no lidiaban en las ferias, esos que tenían su mercado en las becerradas y novilladas sin caballos, un tipo de festejo que daba aliento a esos criadores de bravo, encontraron en este tipo de festejo su sustento.

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Un toro bravo en un cercado. © Pablo Ramos

Pero si unos tuvieron que arrojar la toalla por la crisis de los precios, otros lo hicieron al no recibir la carta verde por parte de la administración o tras los duros controles sanitarios que obligaban al sacrificio de la totalidad de las reses. Este fue el caso de Antonio Merenciano Ruperto, ganadero del hierro manchego de Hermanos Merenciano Ruperto: «Hace dos años llevé las sesenta vacas bravas que tenía al matadero, y ahora tengo limusín y angus. Los problemas que hemos tenido por sanidad animal han sido la puntilla a la ganadería brava«, explicaba a este medio.

Otra de esas divisas que fue menguando su hato de vacas hasta quedar vacía de animales fue la toledana de Fernando Peña, un hierro que ganó en popularidad con unas novilladas picadas que propiciaron el triunfo de un buen ramillete de espadas. Un hierro histórico que aún sigue en manos de la familia Peña pese a no tener ganado que le dé sustento actualmente. Un hierro que cerró la venta de sus últimas 100 vacas a la ganadería de Sagrario Moreno, divisa que pasta en la finca El Ventorrillo.

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Un toro escarba en la arena en un cercado. © Pablo Ramos

Las medidas sanitarias implantadas desde Europa no hacen, sino meter palos en la rueda en una ganadería brava que está continuamente en el ojo del huracán. El meter en el mismo saco a la ganadería brava y la mansa es un error simplemente porque ambas se crían en extensivo. «Es un palo tener que sanear cada seis meses, cunado se puede hacer una vez al año« exponía a Cultoro hace pocas fechas un ganadero de renombre.

Unos ganaderos que sobreviven por su amor al toro bravo, esos que sigue aguantando que se les ningunee y se les falte al respeto. Por eso, algunos dijeron basta cansados de tanto atropello. Vacadas como Gómez de Morales, Torregrande actualmente o en su día Guardiola, Soler Escobar o El Conde de la Maza, decidieron poner fin a sendos proyectos ganaderos tras los exhaustivos controles veterinarios, el alto coste de un toro durante cuatro años y ver como cada vez se le cerraban más puertas en el mercado. O las distintas administraciones y el sector taurino cambian de rumbo o estas no serán las últimas ganaderías que cambien de manos o vayan al matadero.