FALLECIMIENTO

Adiós al senador Arévalo, el valiente político socialista que puso cerco al fraude en la tauromaquia


miércoles 10 agosto, 2022

Con el fallecimiento de Juan Antonio Arévalo Santiago se va el principal impulsor y defensor de Ley de Potestades Administrativas sobre Espectáculos Taurinos aprobada en 1991.

Arevalo
El senador Arévalo, recibiendo el Premio Joaquín Vidal. © L. G.

El pasado martes 8 de agosto falleció a los 87 años de edad Juan Antonio Arévalo Santiago, Senador Socialista por la provincia de Valladolid entre 1979 y 2000, y gran impulsor de la ley taurina de 1991. Falleció en su Valladolid natal en la residencia donde residía desde hace varios años tras una enfermedad. Licenciado en Derecho y letrado del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (Iryda), ingresó en el PSOE en 1975, siendo secretario general regional de Castilla y León, vicepresidente y consejero de Justicia de la Comunidad preautonómica y miembro del comité federal del partido.

Con su fallecimiento la tauromaquia despide a uno de de los hombres públicos más comprometidos con ella. Gracias a su enorme afición se consiguió poner en marcha una nueva Ley de Potestades Administrativas sobre Espectáculos Taurinos, la cual fue aprobada el 5 de abril de 1991, siendo esta la principal defensora de la integridad de la tauromaquia. Con dicha Ley y con el Reglamento 145/1996 Arévalo modernizó el mundo del toro como nunca antes se había hecho. 

Fue la primera vez en la historia de España que se regulaba por vía legislativa la materia taurina, una norma que reconocía explícitamente que la fiesta de los toros constituía una manifestación de nuestra cultura tradicional. Como se reconocía en el artículo 4: «la Administración del Estado podrá adoptar medidas destinadas a fomentar y proteger las actividades a las que se refiere la presente ley, en atención a la tradición y vigencia cultural de la fiesta de los toros». También con esta Ley se trataba de restablecer el principio de legalidad en materia de faltas y sanciones, conforme corresponde a un Estado democrático.

Para conocer algo más su historia quisimos hablar con Javier López-Galiacho, profesor titular de Derecho Civil de la URJC de Madrid y presidente del Círculo Taurino Universitario Don Luis Mazzantini., el cual nos definió a Juan Antonio Arévalo Santiago como «un extraordinario y exigente aficionado, el cual fue clave en la regeneración de la Fiesta entre los años 80 y el comienzo de este siglo. Con su fallecimiento se pierde todo el legado que él y otros que se sumaron pudieron regalarle a la tauromaquia».

Todo tiene un comienzo, un inicio donde se empieza a fraguar lo que vendría más tarde: «El momento clave se produce en la corrida de toros de Victorino del año 82 en Madrid, la ‘Corrida del Siglo’. En 1984 Arévalo crea una subcomisión dentro del Senado para elaborar un libro blanco del estado de la tauromaquia en España para buscar dicha regeneración. Veníamos de tiempos del afeitado, del monopolio empresarial, del turismo en las plazas, se había degenerado el propio espectáculo», nos comentaba López-Galiacho.

Un documento que le otorgó a la tauromaquia de una flexibilidad mayor y de unos cambios sensibles a los que había anteriormente: «Este documento intenta regenerar la fiesta a través de la integridad de esta, y sobre todo intentar acabar ese monopolio que tenían varias familias taurinas. Fruto de ello es que llega a intentar unir a las diferentes corporaciones Municipales y Provinciales con plazas de toros como era el caso de Madrid, Valencia, Zaragoza, Albacete, Santander… para intentar abrir las ventanas del toreo».

Tras un tiempo en el que se va allanando el camino todo llega a buen puerto: «En 1991 logra sacar adelante la primera Ley que aseguraba los derechos de los espectadores taurinos para disfrutar de un espectáculo taurino totalmente íntegro, basándose sobre todo en la defensa de la integridad del toro de lidia, donde se establecen por primera vez sanciones por la alteración de las astas de dichos animales. La fiesta por tanto necesitaba ese armazón jurídico para su protección, algo que los aficionados venían reclamando desde hace tiempo. Ya con anterioridad habíamos tenido dos reglamentos taurinos, el de los años 20 y el de 1964, pero ambos tenían el rango reglamentario, siendo esta de 1991 la primera Ley como tal».

Un político valiente que contó con el respaldo tanto de su partido como de otros que no compartían sus siglas: «Pese a ser Secretario General en Castilla y León, Arévalo tenía un gran peso tanto en su partido como en el Senado, siendo un hombre respetado incluso por sus adversarios políticos. En ese año se crea en Canillas el Departamento policial para investigar los fraudes en materia de afeitado, gracias a ello se publican las listas, se sancionan e inhabilitan a ganaderos… «

Arévalo no podía hacer esto solo, de ahí que se rodeara de gente implicada y conocedora en esta materia: «También fue muy importante que a nivel mediático tuviera una gran afinidad con Joaquín Vidal del diario El País. En el poder legislativo Juan Antonio Arévalo fue básico, pero también necesitó esa quinta columna, ese quinto poder que le ayudara a llevar a cabo dicha Ley. Tras la retirada de Arévalo de la política y la muerte de Joaquín Vidal todo se fue al traste, en estos últimos 20 años se ha vuelto tomar el camino contrario al que inició este gran político,»espetó López-Galiacho.

Ahora tras su muerte toca mirar al futuro y darnos cuenta que ese legado que nos dejó es el que debe imperar, la Ley de la Selva que se da en muchas plazas hay que erradicarla, cortarla de raíz: «Yo creo que el legado principal que nos dejó es recuperar la vigencia de esa Ley de 1991, que se vuelvan a establecer presidencias rigurosas, que el examen de las astas sea minucioso, que se sorteen aleatoriamente dos toros por tarde para analizar su posible afeitado en plazas de 1ª y 2ª y de al menos uno en plazas de 3ª. Este yo creo que es el gran legado que nos ha dejado y que se debe volver a recuperar. Hay que recordar que fue consejero del Centro de Asuntos taurinos de la CAM, un momento en el que había mucha presión sobre la gerencia. Yo creo que el espíritu de Arévalo, ese gran defensor de la tauromaquia, hay que volver a reivindicarlo», añade Galiacho.