Corren nuevos tiempos para la ganadería salmantina de Sepúlveda, un hierro histórico del campo bravo que hace varios lustros fue refrescando la sangre Atanasio con familias de la línea Domecq gracias al mismo tronco del que procedían ambas. Tras este refrescamiento proveniente de las vacadas de Sánchez-Arjona, Conde de Mayalde y Juan Pedro Domecq, Iñigo fue poco a poco marcando el camino que quería trazar y amoldando su toro al que se venía exigiendo por toreros, públicos y aficionados.
Actualmente es Íñigo Sánchez Urbina el encargado de representar y gestionar un proyecto ganadero que hace años que dejó atrás los festejos mayores y las plazas de mayor relevancia por volver a la base y lidiar novilladas sin caballos. Esto se debía al refrescamiento de sangres que se ha llevado a cabo en esta casa ganadera en los últimos años. La pandemia fue un golpe muy duro para muchos ganaderos, pero también una nueva oportunidad para coger impulso. Y esto es precisamente aquello que hizo Íñigo, un hombre cabal y con los pies en el suelo al que no se le cayeron los anillos por volver a la casilla de salida.
Pese a ello no renuncia a ir poco a poco escalando posiciones hasta volver al lugar que ocupó esta vacada allá por los años 80. Se trata de un proyecto ganadero entroncado en un hato de 110 vacas madres y unos 5 sementales, un hierro con un número de cabezas equilibrado según está actualmente el mercado. Atrás quedaron esos años donde se vendían los toros como churros, la burbuja explotó y un amplio número de divisas se quedaron con muchas cabezas de ganado en sus cercados a los que no conseguían darle salida.
Para conocer el momento por el que pasa este hierro ganadero nos citamos con Íñigo Sánchez-Urbina, un hombre pausado y amante del toro bravo, ese que se mostraba ilusionado por el momento por el que pasa su vacada, siendo también consciente que este es un camino largo donde la competencia es feroz: “Estoy contento con el momento por el que pasa la ganadería. Los tentaderos están saliendo muy buenos y las novilladas sin caballos están teniendo una gran regularidad”.
Tras más de 70 años como ganaderos en la familia se sigue trabajando como el primer día pero sin olvidar que la evolución es necesaria para no quedarse estancado en un toro anacrónico, de ahí que Íñigo apostara por buscar simiente en otras vacadas con un origen similar: “Yo no eliminé nada de Atanasio, eso es falso, aquí lo que se hizo fue buscar esa simiente que habíamos perdido a lo largo de los años. La selección natural hace que se pierdan familias y eso fue precisamente lo que hice. Por todo ello me fui a los libros y busqué que me faltaba en casa, y una vez dada con ellas acudí a casa donde todavía perduraban”.
Por todo ello acudió a las vacadas de Sánchez-Arjona, Conde de Mayalde y Juan Pedro Domecq, tres vacadas que le han aportado mucho a un hierro histórico: “La introducción de estas reatas en mi casa me han venido muy bien para darle mayor motor a aquello que teníamos de Atanasio, aquí se ha mezclado todo para unificar familias. Fue un proceso muy meticuloso, yo sabía lo que iba buscando y de cada una de las ganaderías me traje aquello que me faltaba”, explicaba.
Respecto al ganado adquirido comentaba lo siguiente: “La finca de Sánchez-Arjona linda con la mía, de ahí que tuviera una gran relación con mis vecinos. Acudía todos los años a presenciar tentadero, me gustaba como seleccionaban y no dudé en traerme animales a casa. De Mayalde tres cuartos de lo mismo. Esta es una ganadería con cosas muy buenas, tenía familias que yo llevaba tiempo buscando y opté por adquirir algunos animales. Ya por último acudí a casa de Juan Pedro y me traje algunos machos. No me arrepiento de este refrescamiento, estoy muy contento con las compras que hice hace años”.
Como un gran número de vacadas, esta también ha ido reduciendo paulatinamente el número de animales: “Yo ya había reducido ganado antes de la pandemia, luego también aproveché para limar algo más mi hato de vacas y quedarme en las 110 que tengo actualmente. Tengo el número perfecto de animales para disfrutar la ganadería, estoy recién jubilado y ya miro otras cosas que no sea el día a día”.
Pero Íñigo también nos matiza el volumen de las ganaderías de hoy y de aquellas de hace varios decenios: “Yo te voy a hablar de mi casa. Ahora me paren casi el 95% de las vacas, algo que en la época de mi padre no pasaba. Una ganadería con 110 vacas suele darte unos 100 animales, antes en una de 200 hembras te nacían no más de 120-130 becerros/as. Ahora se cuida todo mucho, se mira más por el ganado y eso es algo muy importante”.
Respecto al futuro de la ganadería Ignacio ve en sus hijos a dos aficionados al mundo del toro: “Ellos torean, le gusta mucho el campo pero acaban de terminar la carrera y deben enfocar su futuro. Una ganadería cuesta mucho dinero y hay que tener apoyos desde fuera. Deben labrarse su futuro fuera para saber valorar las cosas”.
Respecto a la camada de este año en los cercados de ‘Sepúlveda’ hay unos 40 erales de cara al año venidero: “A mí siempre me gusta dejar varios erales para lidiar a puerta cerrada, luego el resto irán a distintos cosos de España y Francia. Gracias a Dios ya tengo cerrada una novillada en Arzacq el 23 de febrero – tradicional jornada taurina-, otra en Castellón y una última para el ‘Camino hacia Las Ventas’. Luego hay otras dos que he cerrado recientemente pero de momento no tienen destino fijo”.
Una ganadería que no se cierra a lidiar con caballos, prefiriendo seguir -por el momento- lidiando festejos menores: “Tengo posibilidad de dar el paso pero no estoy convencido. Hay mucho festejo picado pese a lo que dicen muchos, la competencia es muy dura y no me apetece lidiar en según que plazas. Poco a poco iremos dando pasitos de cara a poder dar el salto, pero no me obsesionan los tiempos”.
FOTOGALERÍA: STEPHAN GUIN