Sevilla es lugar de inspiración para el
toreo. El culto taurómaco ha tenido se sede, a lo largo de la historia, en la
capital del Guadalquivir. La Real Maestranza ha sido signo y seña de los
toreros de todos los tiempos. También ahora. Morante, El Juli, Manzanares,
Perera y Talavante han cuajado grandes actuaciones en ella, se han inspirado en
los últimos años, han respirado su aroma triunfal y, sobre todo, la han
enamorado en mayor o menor medida. Aquí está la prueba más reciente.
Morante: la
religión del Baratillo
José Antonio «Morante de la Puebla» es Sevilla, y Sevilla es decir Morante. Desgraciadamente en la última
de sus actuaciones no gozó de suerte con los toros, algo que casi le ha
perseguido en los últimos años en su presencia maestrante, aunque se recuerda
todavía esa media que surgió de la nada en 2013 y que aún está por culminar. También
yace en la retina del maestrante aquellos extraordinarios lances a la corrida
de Victorino Martín en su mano a
mano con el Cid, cuajando al Albaserrada
hasta los mismos medios del albero baratillero.
Poco
después, y en esa misma Feria, selló una soberbia actuación ante un toro de Juan Pedro Domecq con el que había que
apostar. Vestía aquel día de verde botella y azabache, y el aficionado
descubrió el tremendo valor de su concepto.
El Juli, un dios
numérico en La Maestranza
El Juli es un torero que, numéricamente, ha
alcanzado grandes cotas históricas en La Maestranza sobre todo en los últimos
años. Puede todavía recordarse esa Puerta del Príncipe el Domingo de
Resurrección de 2013, en una jornada que comenzó gris por lluvia pero que le
madrileño despejó. Llegó y mordió en el
Baratillo. Aquel día iba vestido de gris
pizarra y oro y era el reencuentro después de haber estado un año ausente de la
Feria.
La
siguiente tarde fue aciaga puesto que un toro de Victoriano del Río le prendió del muslo y tuvo una de las cornadas
más graves de su trayectoria profesional, por lo que no pudo comparecer ante la
corrida de Miura que cerraba el ciclo.
Manzanares: una
eterna historia de amor
El
enamoramiento que su padre comenzó aún perdura en la retina de los sevillanos.
La ciudad todavía tiene en mente el indulto de Arrojado, la tarde en la
que cortó cuatro orejas a la corrida de Garcigrande(con una estocada recibiendo a dos tiempos) y, sobre todo, la corrida de
los seis toros en la que desorejó al cierraplaza. Aquel día, en el que se encerraba
con seis hierros dispares, el tercero le hizo pasar fatigas.
Fue
aquel tercer toro de la tarde el que le
marcó en la encerrona y le afectó en el ánimo, al margen de que el encierro
tampoco estaba prestando grandes posibilidades. Sin embargo, en una reacción de
Sevilla, con el público entregado por el romance existente entre Alicante y la
ciudad, le ofreció una atronadora ovación antes de que saliera el sexto de Juan Pedro. Eso levantó la moral de
José María, y sacándole la gracia, yéndose a chiqueros y cortándole las dos
orejas, dejó un sabor de boca más dulce del que en un principio se había
planteado.
También
la septembrina Feria de San Miguel vería al alicantino salir por la del
Príncipe en un mano a mano que compartió con Alejandro Talavante. Aquel día Manzanaresobligó al extremeño a irse a la puerta de chiqueros en dos ocasiones. Fueron
tres de Juan Pedro y tres de Daniel Ruiz en una jornada en la que
vestía de azul celeste y oro.
Perera, la
revelación maestrante
Perera ha tenido actuaciones rotundas, a pesar de
no lograr en su carrera salir por la Puerta del Príncipe, aunque sí pasear doble
trofeo. También destaca la Feria de San Miguel 2013 en la que Perera asombró,
anunciando lo que estaba por venir, cautivando a la Maestranza con un toreo con
mucho poderío y firmeza.
Talavante o la
sorpresa del temple
Una
tarde marca diferencias en la carrera de Alejandro Talavante: el día que sale a
hombros por la Puerta del Príncipe en la despedida de Jesulín de Ubrique en el
Baratillo en 2007. Se fue a chiqueros con el de Cuvillo y todavía se recuerda un cambio de mano por la
espalda que llegó a ser un circular completo. Aquel mágico día vestía de malva
y oro y salió en volandas caminito del Guadalquivir. Fue una de las primeras
tardes que llegó a la Maestranza de la mano de Antonio Corbacho.