Sí, cualquier aficionado taurino con un mínimo de optimismo y sangre en las venas espera que los carteles de Sevilla se hagan realidad desde la semana que viene -que está ahí mismo-. Y sí, cualquier analista serio de la situación o profesional del sector que pise el suelo sabe que eso es mucho más que complicado. Por muchas razones, pero la principal es que el discurso de los máximos responsables de la Junta de Andalucía deja las cosas muy, pero que muy negras. Y, sin embargo, sí: se puede.
El pasado fin de semana, la corrida de toros celebrada en la ciudad pacense de Almendralejo fue todo un ejemplo de que la cultura es segura al 50%. Las imposiciones del Gobierno central a las Comunidades Autónomas sobre el cumplimiento en espectáculos del metro y medio de distancia entre espectadores -algo que no se cumple en otros eventos culturales como el cine o el teatro- son un ataque directo contra el sector taurino. Si se quiere mirar a rajatabla, y la Junta de Andalucía está por la labor de ello (de momento). Y parece el mundo al revés, porque los festejos se celebran -contraviniendo la Orden Ministerial del metro y medio- en comunidades afines al partido en el poder. Y los del bloque de enfrente son los que acatan. La Rúe del Percebe del genial Paco Ibáñez, que es donde vive la política de hoy. Si somos conscientes de ello, sabremos que se puede.
La institución que dirige Moreno Bonilla no ha plantado cara a ésta y, según él mismo y horas después Elías Bendodo dijo, no permitirá una Feria de Abril a medio aforo. Sin embargo, esa coletilla de la ley de que «cuando no sea posible mantener dicha distancia de seguridad, se observarán las medidas de higiene adecuadas para prevenir los riesgos de contagio» puede ser un balón de oxígeno para que puedan darse excepciones, siempre y cuando las Comunidades Autónomas sí tengan voluntad de llevarlo a cabo. La Junta de Extremadura lo va a hacer y, por el momento, es la única que ha dado la cara para ofrecer toros equiparando este espectáculo al resto de la cultura y ha anunciado, además, que Mérida se dará con nueve días de antelación.
No es casualidad el apoyo de la Junta de Extremadura al toreo si tiramos de hemeroteca: ya en 2018, fue el único dirigente socialista que le plantó cara al las palabras de la ministra Ribera contra la Fiesta. «Nosotros hablamos con hechos. Hay más de 100 ganaderías de reses bravas en Extremadura. Por algo será. La mejor Escuela Taurina. La primera Feria del Toro», le dijo a la ministra de Transición Ecológica.
Es muy fácil escudarse en lo que hacen otros, pero como ha demostrado Fernández Vara -o demuestra Díaz Ayuso cada vez que habla- gobernar implica defender a los habitantes de tu región, no el sillón donde te sientas. Y no sólo te han presentado un plan de contingencia impecable cum laude, antígenos pagados incluidos, sino que también sabes que de la decisión que tomes depende el futuro inmediato de un sector que intenta salir de la ruina de la única manera que sabe: trabajando. Y si Moreno Bonilla y su equipo saben de lo que estamos hablando, no tendrán más remedio que convenir en que sí, se puede.