Con vuelta en el pitón, astifino desde la mazorca, cuajado, pero cortito y bajo, el segundo -de Domingo Hernández- no permitió estirarse de capa a Juan Ortega. Sí lo hizo, sin embargo, en un quite por tafalleras y cordobinas muy acompasadas, meciendo de verdad el percal en cada lance, al ralentí, que remató con una chicuelina de mano baja. No se le aplicó mucho castigo en el peto. El de Triana brindó al respetable y arrancó el trasteo, coincidiendo con las primeras astillas de lluvia, templando por toreros doblones, le siguió el molinete andándole y varios de pecho en los que acarició la enclasada acometida del burel. Con gotas de fogueo, que no fueron a más en su labor, sí lo hizo su toreo. Hubo una tanda magnífica con la diestra, encajado, hundidos los talones en la, a priori, recuperada arena. Ligó un par de tandas más, pero fue al echarse la franela a la zurda, cuando volvió a crecer el tono de su labor. Naturales profundos, echando los vuelos y recogiendo cada embestida detrás de la cadera. Enorme gusto en los remates, muy sevillanos, como el final, de rodilla genuflexa. Lo pinchó antes de una estocada caída y saludo desde el tercio.
SANTANDER
En vídeo: así ha sido el genial quite por tafalleras de Juan Ortega y su obra a ralentí al segundo
miércoles 23 julio, 2025
El de Triana brindó al respetable y arrancó el trasteo, coincidiendo con las primeras astillas de lluvia, templando por toreros doblones, le siguió el molinete andándole y varios de pecho en los que acarició la enclasada acometida del burel.

Juan Ortega en el quite.