Con las yemas de los dedos rozó Román el cielo de Madrid y el de los toreros en la corrida de la juventud. Y es que, nada le faltó a la tarde del valenciano para consagrar el rito taurómaco de manera completa. En sus carnes vivió la cara más gloriosa y la más amarga, con la Puerta Grande de Madrid escapándose por muy poco y con la enfermería como cruel destino final de una tarde en la que podía haber abandonado la plaza a hombros y lo hizo en ambulancia y camino de La Fraternidad. En la tarde en la que todo se puso muy cerca, pero al final acabó tan lejos. Todo ello, eso sí, sin perder su eterna sonrisa, que no dejó de esbozar ni en la vuelta al ruedo que dio tras ser corneado.
Y para abrir esa puerta de los sueños, sorteó Collado dos toros de nota en una interesante corrida de Luis Algarra. Dos toros de esos que ayudan y mucho a descerrajar ese portón, pero con los no se puede fallar. Como lo fue el primero de la tarde, un “Retozón” que ya dejó entrever su recorrido y humillación en los capotes, pero que fue a más cuando se quedó a solas con Román. Con prontitud y alegría se arrancaba siempre el animal en el primer muletazo de cada serie, persiguiendo los engaños con codicia y transmisión sobre todo en las primeras series, que pese a ser las más completas, les faltó el puntito de rotundidad que merecía la gran calidad del animal. Ya con el de Luis Algarra venido a menos y manseando en las postrimerías, Collado abrochó por bernadinas y se fue a por la espada.
El cuarto, menos enclasado pero más encastado, era un toro al que había que poder de verdad. Después de los sones de trompeta del Soro en el brindis, Collado le planteó batalla por el izquierdo, perdiendo pasos para proponerle muleta y tirar de él en una labor en la que hubo grandes momentos, pero a la que le faltó conexión arriba. La exposición la pagó cara el valenciano, que se llevó una cornada cuando la faena venía a morir. La petición no fue mayoritaria y la puerta grande se escapaba por el surco de la herida.
Más de tres años han tenido que pasar para que un tío que puso la plaza patás arriba con aquella faena a “Despreciado” de Juan Pedro Domecq el 24 de mayo de 2019 volviera a pisar el albero venteño con una única tarde en el abono. Y es que, si la memoria es corta en el toreo, la pandemia vino a borrar por completo los triunfos de aquel año, que parecen no haber servido para nada.
Y en su único compromiso en la feria dejó el de Trigueros ese regusto a torería templada y despaciosa a cuentagotas, que fueron solo un simple atisbo de lo que puede ofrecer este torero. Retazos que llegaron en el tercero, un enclasado Algarra al que le faltó empuje y poder, pero con el que pudo expresar David De Miranda su concepto con un toreo de capote templado y encajado de riñones. Y muy despacio quiso hacer las cosas con la franela, ante un animal al que había que sujetar y sostener, llevarlo a media altura y evitar que perdiera las manos. Destellos de la torería de un torero que no encontró oponente en el sexto y que merecía otra tarde más en este San Isidro.
Dos tardes que si ha tenido un Gonzalo Caballero que no terminó de sentirse a gusto en toda la corrida. Quizá pudo influir algo el tremendo volteretón que se llevó cuando saludaba al segundo, que encogió a todo el tendido. Tras estoquearlo, se fue para la enfermería con un puntazo y una contusión, pero volvió para lidiar el quinto, con el que tragó y mucho, quedado varias veces a merced de su oponente y olvidándose del cuerpo, y con el que se desataron las pasiones futbolísticas en Las Ventas. Sí, en la primera plaza del mundo, que por momentos pareció convertirse en un estadio inglés. Y es que, un grupo de aficionados colchoneros se confundieron de día y de lugar, y acudieron al templo con banderas atléticas, llegando incluso a increpar a un aficionado de un Real Madrid que a estas horas ya es Campeón de Europa, y arrojando tapones y botellas en un nuevo capítulo triste e indigno para esta plaza.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. 21ª de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.
Toros de Luis Algarra. De emotiva arrancada y emoción el buen primero, que se quiso rajar al final; falto de ritmo el segundo; alto de fuerza y a menos el tercero, sin transmisión; emotivo y con codicia el encastado cuarto; también con duración pero sin conexión el quinto; muy venido a menos el deslucido sexto.
Román, oreja tras aviso y vuelta.
Gonzalo Caballero, ovación y silencio tras aviso.
David de Miranda, silencio y silencio tras aviso.
FOTOGALERÍA: J J DIAGO
Pinche en la imagen o en este enlace para acceder a la fotogalería de la tarde.