Ayer martes 6 de junio, un días después de la conmemoración del 125 aniversario del nacimiento de Federico García Lorca, la Tauromaquia, por iniciativa del Capítulo de Granada de la FTL y con la colaboración de la Delegación gubernamental de la Junta de Andalucia, organizó en la Huerta de San Vicente un homenaje a quien dejó dicho aquello de “Los toros, la fiesta más culta que hay en el mundo”. Y fue un éxito, de convocatoria y por contenido.
No fue un homenaje más sino una reivindicación del Lorca taurino, ese que el devenir de los tiempos y la política quieren ocultar, como oculto y desaparecido sigue hoy su cuerpo en el lugar del crimen, que fue en Granada, en su Granada.
Se trataba de gritar a los cuatro vientos que la obra lorquiana no se explica ni se entiende sin el toreo en ella.
En una mañana de primavera que anunciaba el verano, en el patio de la casa familiar que en verano fue su sitio de recreo, el espacio donde escribió la mayoría de sus grandes obras, donde se refugió en los primeros días de la Guerra Incivil, se congregaron- junto a las autoridades- hispanistas, dramaturgos, catedráticos, un cantaor de estirpe (Kiki Morente) , toreros (Cayetano y Curro Díaz) y un ganadero y presidente de la FTL ( Victorino Martín) cuyos toros, apenas un par de días antes, en Las Ventas, honraron una divisa que es santo y seña de la cabaña brava.
Y todos, en sus intervenciones, como también quienes han colaborado con sus escritos en un librito editado para la ocasión, glosaron a Federico y la indivisible unión de él y su obra con el toreo, la influencia de éste en ella, que se magnifica en “El Llanto”, por el amigo muerto, por el torero fatalmente corneado en la plaza de Manzanares por un toro de nombre Granadino- jugarreta del destino-, por el impulsor y mecenas de una Generación intelectual, la del 27, tan torera. Murió Ignacio Sánchez Mejías y a su muerte dedicó su amigo poeta la más grande elegía fúnebre de las letras españolas (junto a las Coplas manriqueñas de siete siglos antes).
Se trataba, sí, de rescatar al Lorca taurino del ominoso silencio de unos (la autoproclamada izquierda) y la apropiación indebida de los otros ( la derecha, dicho así, en extensión), tanto de su nombre como de la propia fiesta de los toros. Y así se hizo.
Lorca y los toros.
Así que pasen los años.