A CONTRAQUERENCIA

Torear a caballo


domingo 4 junio, 2017

Pedro echó el palo adelante y antes de que los pitones de llegaran al peto, “Sembrador” ya estaba picado, arriba con un puyazo certero y medido

Pedro echó el palo adelante y antes de que los pitones de llegaran al peto, “Sembrador” ya estaba picado, arriba con un puyazo certero y medido

DAVID JARAMILLO

 

Aunque el titular nos pueda llevar a lo que Hermoso
de Mendoza, Diego Ventura, Leonardo Hernández, Sergio Galán o Léa
Vicens, entre otros, pueden hacer hoy en día con «Disparate”, «Sueño”,
«Sol”, «Ojeda” y «Bético”, por sólo nombrar algunos
de sus mejores caballos, hoy lo que me ha llevado a reflexionar un poco
sobre el aporte ecuestre en la lidia de los toros ha sido la soberbia
demostración que Pedro Iturralde hizo la tarde del domingo de cómo
ejecutar la suerte de varas. Porque está claro
que no se trata solamente de echar el palo y agarrar el puyazo arriba.
Hoy, el vallisoletano, en el segundo de la tarde, toreó a caballo.
Porque supo encelar al toro en su cabalgadura con los movimientos
apropiados, tocando con la voz, ofreciendo los pechos
del caballo y evitando el capotazo de más saliendo y volviendo a entrar
en la jurisdicción del toro para quedar mejor colocado. Siempre con la
pausa justa y a favor de la lidia.

Pero no se quedó ahí, Pedro echó el palo adelante y
antes de que los pitones de llegaran al peto, «Sembrador” ya estaba
picado, arriba con un puyazo certero y medido, sólo cargando cuando
sentía los riñones del toro bajo el faldón de kevlar,
al tiempo que abría su caballo para que la puerta de salida siempre
estuviera abierta. Impecable en los dos puyazos. Así, la suerte de varas
se convierte en un espectáculo en sí mismo.

Pero no es el único. En esta feria se han visto
unos cuantos puyazos buenos de verdad, el sábado fue Teo Caballero en el
sexto, y antes ha habido otros tantos de Tito Sandoval, Manuel José y
Óscar Bernal, Ángel Rivas y otros más que, en la actualidad,
conforman una brillante nómina de toreros de oro que nos recuerdan,
tarde a tarde, que la lida es un espectáculo completo y que se hace más
maravilloso cuando este es integral, con cada una de las suertes
marcadas como se debe, a favor del toro y sin más trucos
que la pureza misma.