PAMPLONA

Diego Ventura y Pamplona: duele por el fondo; duele por las formas


jueves 12 junio, 2025

Desde que tomara la alternativa en 1998 y la confirmara en Madrid el 3 de junio de 2000, Diego Ventura no ha pisado un ruedo donde realmente se reconozca su estatus como figura indiscutible del rejoneo, la máxima de la actualidad.

Ventura
Diego Ventura el pasado mes de mayo en Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

Hay ausencias que por más que de justifiquen no dejan en buen lugar aquellos que no evitan que se produzcan. Y en Pamplona, donde cada mes de julio la Feria del Toro se convierte en templo y rito, sigue faltando una figura cuya ausencia duele, por más que cada año se viertan ríos de tinta sobre su ausencia en la Monumental: Diego Ventura. Uno de los hombres que ha elevado el arte del rejoneo a su máxima expresión, aún no ha debutado en el coso navarro. Y no ha sido, ni mucho menos, por falta de voluntad.

Con la retirada de Pablo Hermoso de Mendoza, muchos pensaron que su primer paseíllo en Pamplona estaba más cerca. Pero tampoco en este 2025 se han tendido los puentes necesarios para que eso ocurra. La llamada llegó tarde, con una propuesta por debajo de su categoría y un trato impropio para quien ha marcado una época en el toreo a caballo. Por eso, lo suyo no ha sido una negativa altiva, sino una negativa digna. Otra más ante un atropello que, por reiterado, ya parece sistemático.

Y sorprende aún más porque Pamplona es una de las pocas plazas que sigue haciendo las cosas con sentido común; un coso que, si por algo se rige, es por la seriedad y la coherencia. Por eso chirría tanto no ver —una vez más— a Diego Ventura acartelado, cuando lleva lustros defendiendo el cetro del rejoneo con una fe inquebrantable. Teniendo en cuenta que por su condición de máxima figura Diego Ventura ha elegido no abrir plaza en las tardes que torea, se le ofreció un cartel ya cerrado con él encabezándolo, evidenciando la desconexión entre una plaza que se precia de rigor y la realidad de un rejoneador que ha marcado una época.

Una llamada a última hora, una oferta tardía y una negativa que no responde al capricho, sino a la dignidad. Porque a Diego Ventura no se le puede tratar como a uno más. No después de escribir páginas memorables a caballo, con triunfos sonoros y faenas para la historia en los cosos más exigentes del viejo continente. Pero Pamplona, año tras año, le da la espalda. La propuesta de este año le obligaba a abrir cartel, un órdago envenenado que no aceptó. No por miedo —ya se ha medido a estos compañeros en otras plazas de exigencia— sino porque las cosas, simplemente, no se hicieron en tiempo ni forma. Y hay líneas que no se cruzan cuando se ostenta el cetro del rejoneo.

Y esta ausencia no ha pasado desapercibida para nadie, ni siquiera para la propia Casa de Misericordia. José María Marco, cabeza visible de la MECA, habló en la rueda de prensa de presentación de la Feria sobre el asunto: “Tuvimos una conversación muy amistosa con el representante de Diego Ventura, pero declinó estar en Pamplona.”, explicó con su habitual tono pausado. Una respuesta algo tibia y que no refleja la verdadera dimensión del caso si tenemos en cuenta que hablamos de la primera figura del rejoneo en activo, con un amplio número de puertas grandes en la capital del toreo y puertas del príncipe en Sevilla. Esta declaración, lejos de aclarar, alimenta la sensación de incomprensión y cierta indiferencia hacia una trayectoria que merecería, cuando menos, un respeto y un reconocimiento mayor.

Algunos dirán que el encaje era difícil; otros, que Ventura se hace de rogar. Pero la realidad es otra: no ha existido voluntad real de darle el sitio que se ha ganado en la arena. Cuando se han tendido puentes, ha sido desde el lado más débil, con ofertas que no reconocen su trayectoria ni comprenden el pulso del espectáculo.La historia entre Ventura y Pamplona es, por ahora, una cuenta pendiente, pero también una herida abierta para la feria. Porque no se puede construir un ciclo completo ignorando a quien, con justicia, ha sido figura indiscutible durante más de dos décadas. Y porque cada julio sin Ventura en el cartel es, al fin y al cabo, una oportunidad perdida para el toreo a caballo.