El campo bravo es un lugar mágico: fuera de todo contacto con la civilización, los hombres y mujeres que allí habitan conviven con una fauna y flora y protegiendo un entorno único, donde la presencia del ser humano es testimonial, pero fundamental. Los animales bravos se comportan de una forma distinta al resto de otras especies; aquí se mueven por la ley del más fuerte, como ocurre con las especies que no están domesticadas.
Aquí el toro mata de verdad, porque este animal no abate otro congénere o especie por comida, sino por instinto y poder del territorio. Hay ocasiones en las que la madre puede llegar a abandonar a su becerro y lo aborrece; es ley de vida. En el campo nadie le dice a los animales cómo tienen que comportarse o cómo vivir, sino que se dejan llevar por su instinto. Aquí el que la hace, la paga, de ahí que se le deba hacer más caso a aquellos que lo conocen, que conviven el día a día con ellos.
Hoy queremos recordar una imagen que se hizo viral en plena pandemia: se trataba de una curiosa fotografía de nuestro compañero José Joaquín Diago, que captaba una pelea ‘de pareja’ entre una vaca y un semental de Prieto de la Cal, una imagen curiosa porque rara vez se ve. Una ‘discusión’ entre los dos animales jaboneros que llamó mucho la atención a los aficionados en redes sociales.
Una imagen poco usual
Esto deja a las claras el comportamiento del animal bravo, algo que conocen poco más allá de las fronteras que delimitan las ganaderías. Los vaqueros conocen a sus animales desde pequeños, saben el carácter de cada uno, por ello se anticipan a los comportamientos que pueden tener en un momento concreto. Esta imagen es poco usual, pero se da en más de una ocasión al ser ambos animales bravos.
Sorprende ver a una vaca y un toro midiéndose, al igual que para muchos lo es el ver peleándose a dos vacas en un cercado. Conforme cumplen años, esa pelea tiene un sentido u otro. De añojos o erales la pelea suele ser un juego, una pelea sin importancia entre los más jóvenes, los cuales conformen pasa a ser utreros, ya atisban aquello que se verá cuando lleguen a cuatreños, ahí las peleas sí son de verdad.
Esta riña entre el semental y la vaca de Prieto de la Cal es una muestra más del comportamiento jerarquizante de esta raza, aquí no se dejan amedrentar por el de al lado, sacan su raza y su bravura para no dejarse ganar la pelea. En este caso no pasó más allá de una riña entre el semental y una de las vacas del hato de madres.