Sevilla, la categoría; Madrid, el dinero. El refrán, más verdad que nunca: porque Madrid tardará (por el momento) en dar una respuesta a Plaza 1 y Sevilla, de titularidad privada, dará categoría a falta del dinero que el reducido aforo quitará a los carteles. Pero haberlo, haylo, incluso con un 40% de aforo. Y posibilidades, haylas: Sevilla dará toros en mes y medio.
A todas luces, presentar a la Junta de Andalucía una cartelería como la que pretende Sevilla sería arriesgado, pero quien sepa de fútbol sabe que el Badajoz metió 5.000 almas el pasado fin de semana en su estadio, de Segunda División B. Y el agravio comparativo, en este país, se combate manifestándose. No sabemos qué le traerá cuenta a Moreno teniendo en cuenta el precedente del paseo taurino del pasado mes de junio, el más numeroso de cuantos se convocaron en todo el país.
Pero hablemos de datos, que es lo importante. Siendo trágicos, ¿qué supondría dar una Feria de Abril con el 40% del aforo en la Maestranza?
La lógica dice que el 25% que los maestrantes se están llevando por prestar el edificio debería bajar, como baja el alquiler del bar que no ha podido abrir y que, cuando lo ha hecho, lo lleva a cabo con el 50% del aforo. El casero, si quiere que su negocio siga siendo viable, debería asumir la situación. Otro asunto pendiente es el dinero que necesite, en este momento de su historia y tras las inversiones realizadas en 2021, la cúpula maestrante, pero eso no incumbe (o sí, en positivo, porque aunque menos dinero, algo se llevarán) en que se preste o no la plaza y que le porcentaje que se lleven los caballeros sea menor.
No olvidemos, por otro lado, que los maestrantes son personas influyentes en la sociedad sevillana y andaluza y su fuerza en la Junta de Andalucía tiene (y mucho) calado.
Teniendo todos estos datos presentes, una plaza con un 40% de aforo en Sevilla serían 4.400 localidades aproximadamente. A una media de 70 euros de entrada (las barreras son 140 euros, un tendido unos 70 y un tendido de sol unos 55), la cuenta sale unos 308.000 euros que, sumados al dinero de la televisión, harían rentable una Feria de Abril con figuras, siempre que éstas accediesen a rebajar sus honorarios en proporción a la rebaja en los tendidos o incluso llegasen a un acuerdo de participación con la empresa. Sería el momento.
Pero eso, ¿cómo se hace? Exponiendo con total transparencia las cuentas de cada corrida y cobrando en proporción a los beneficios generados en la taquilla. Tanto la física -la de la plaza-, como la virtual -la de la televisión-. Porque en pleno siglo XXI, el de la comunicación y las redes sociales, el de los clicks y la inmediatez, todo se mide. Revolucionario el sistema, desde luego, para el anacrónico modo de operar del sector taurino, pero el único futurible, según vemos la situación.
Porque a esos 300.000 por tarde, redondeando, hay que restarles, así, por encima, los 2.500 de la cuadra de caballos y mulillas; los 5.000 del equipo médico; los 3.000 de los veterinarios; los 2.000 de los transportes -siempre que sea una única ganadería y no haya que desplazarse más-; los 15.000 de la Seguridad Social; los 3.000 de gastos administrativos; otros 3.000 de gastos varios e imprevistos de última hora; y los 1.364 euros que salen de dividir los 15.000 que se invierten al año en publicidad y cartelería entre los 11 festejos mayores que tiene previstos La Maestranza. Total, 31.863 euros, que son más de cinco millones y medio de las antiguas rubias. Un dineral en gastos para una sola corrida de toros. Por eso es aquí donde hay que cortar la hemorragia, pero no se termina nunca de hacerlo.
Porque lo cierto es que quedan 275.000 euros (más el dinero de la tele) para repartir entre los actuantes. Y lo que sobre -y debe sobrar, oiga-, para la empresa, que debe pagar el 25 por ciento a los maestrantes.
Desde luego que no nos vamos a poner a juzgar el dinero que debe llevarse cada actuante ni el que debe quedar para la empresa. La ley de la oferta y la demanda será quien se imponga, suponemos, como lo hace a la hora de elaborar los carteles. Pero los números están sobre la mesa.