PAMPLONA

¿A cuánto se paga una corrida como la de Victoriano del Río en Pamplona tras la subida del toro bravo?


miércoles 9 julio, 2025

La Meca -comisión taurina de la Casa de Misericordia- ha sabido sortear como nadie los problemas derivados de la escasez de toros aptos para plazas de primera en los últimos años

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Un serio toro de Victoriano del Río. © Plaza 1

Con la cuenta atrás para el comienzo de una nueva edición de la Feria del Toro, los Corrales del Gas ya albergan en su interior a cuatro de los ocho hierros que pasarán por ellos durante los próximos días. Fuente Ymbro, Álvaro Núñez, Cebada Gago y Victoriano del Río ya han arribado a Pamplona, días antes de su participación en unos Sanfermines que siempre atraen a un número ingente de aficionados y curiosos, fascinados por el animal bravo.

En la antesala de San Fermín, la ciudad se sacude el polvo para volver a convertirse en el epicentro del mundo del toro. La Feria llega marcada por una premisa clara: el animal bravo es el centro de todo, el eje sobre el que gira un serial con identidad propia. Esa personalidad es también fruto de una gestión sólida por parte de la Casa de Misericordia, que ha mantenido firme su apuesta por la diversidad de encastes —aunque Domecq siga siendo mayoría— y, al mismo tiempo, ha sabido tratar al ganadero con seriedad y respeto.

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Un toro de Victoriano del Río, en la finca madrileña con las primeras luces del alba. © P. R.

En una temporada marcada por la escasez de animales aptos para plazas de primera —consecuencia directa de los recortes en el campo tras la pandemia—, Pamplona ha sabido adaptarse al momento que vive el campo bravo, adelantándose a otras empresas y reseñando los toros con bastante antelación. La MECA ha vuelto a ser muy previsora a la hora de elegir los hierros anunciados esta temporada, algo que, junto a su estatus dentro del calendario taurino, ha facilitado la adquisición de los animales que se lidiarán este 2025.

No faltamos a la verdad si decimos que aquí el toro se paga como en ningún otro sitio. Si bien es cierto que en alguna plaza —de forma puntual— las cifras pueden ser iguales o incluso más altas, aquí hace tiempo que se mira por el ganadero, estableciendo una horquilla entre los 72.000 y los 120.000 euros por corrida. Al tratarse de un mercado de libre competencia, y no existir unos mínimos como sucede con los matadores de toros, la Casa de Misericordia decidió fijar un tope por arriba y, sobre todo, por abajo, a la hora de retribuir a los criadores de bravo.

Una horquilla atractiva para muchos, especialmente si se compara con lo que se maneja en otras plazas de primer nivel. Dentro de los hierros que lidian en Pamplona, a nadie se le escapa que el madrileño Victoriano del Río es de los mejores pagados. Su posición en el circuito y la exigencia de las figuras hacen que su caché sea muy elevado. “En plazas de primera como esta o Madrid, el toro se paga tres veces más caro que en una plaza menor. Pero también se exige mucho más”, explicó hace unos meses el ganadero madrileño. Su corrida para Pamplona será, sin duda, una de las marcadas en rojo, tanto por el cartel que la conforma como por el nivel alcanzado por sus animales en este coso.

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Un toro de Victoriano del Río, el pasado San Isidro. © Plaza 1

Hay que tener en cuenta que la crianza de un toro ha subido exponencialmente desde la pandemia, de ahí que el margen de beneficios sea menor para los ganaderos. El encarecimiento general del toro no es caprichoso. Desde 2020, mantener una ganadería ha sido una carrera de fondo: caída de ingresos, subida del pienso, menos festejos, más gastos. Hoy, criar un toro puede costar hasta un 25 % más que hace un lustro. En este nuevo contexto, plazas como Pamplona se han convertido en una tabla de salvación para muchos ganaderos, que veían cómo cada vez era más complicado dar salida a todos los animales que tenían en el campo.

“Por fin, el precio empieza a reflejar lo que cuesta rematar un animal”, explicaba recientemente un ganadero de bravo —de la zona sur— a este medio. Y añadía: “Aquí no se trata de vender un toro, sino de que el conjunto de la camada permita cuadrar las cuentas a final de año”, volvía a recalcar. En las plazas de primera categoría, empresas como la MECA destinan cantidades significativas a la adquisición de animales, lo que les permite seleccionar las mejores reses y acceder a los toros más valorados.

Pero ni todo es gloria ni todo toro vale lo mismo. Pamplona paga, sí, pero exige. Los ganaderos lo saben y preparan con mimo cada envío. Las bajas por peleas, lesiones o falta de trapío merman cada camada y, aun así, no hay margen para el error. El prestigio que otorga anunciarse en esta feria, la visibilidad que ofrece estar en el cartel de San Fermín, y la confianza en una Meca que cumple lo pactado son motivos más que suficientes para seguir apostando por este puerto de montaña. Aquí, como en pocos sitios, el toro sigue siendo primero. Y eso, para muchos, ya es bastante.