Desde junio de 2020 una histórica ganadería de bravo cuenta con nuevo cuartel general, se trata de la vacada de Torrestrella, aquella que fundara Álvaro Domecq y Díez y que asentara durante toda una vida en la finca en ‘Los Alburejos’, explotación situada junto al castillo árabe que le da nombre en tierras de Medina Sidonia. Pero esta legendaria ubicación donde se rendía culto al caballo y al toro ya es historia al trasladar el ganado a la finca ‘El Carrascal’, a medio camino entre Benalup y Vejer de la Frontera.
Ya antes de este cambio, las cerca de 400 hectáreas de esta finca albergaban alguna punta de vacas y añojos, sirviendo también de escenario para el acoso y derribo. El cambio de la práctica totalidad de la ganadería se produjo allá por un 2020 donde la pandemia todavía estaba muy presente. Y hasta allí, a sus 84 años de edad, sigue acudiendo a diario Álvaro Domecq Romero, un enamorado del toro y el caballo, un ganadero que siegue siendo fiel seguidor del camino que ya le marcó su padre.ç
Un hombre cabal, un señor de los pies a la cabeza que pese a las vicisitudes del momento sigue peleando por mantener este legendario hierro en un lugar destacado de la fiesta. Una vacada que ha ido perdiendo protagonismo en las ferias y carteles de postín, pese a seguir siendo de las más demandadas por el aficionado.
Una de las decisiones más duras de su vida fue dar luz verde a la operación de venta de ‘Los Alburejos’, pero el interés de sus nuevos propietarios y la situación actual del toro y su vacada inclinaron la balanza. “Las figuras sólo quieren cuatro ganaderías. No se salen de ese circuito. Y claro, así es muy difícil que nosotros podamos sostener, por ejemplo, una finca así” comentó el criador jerezano al compañero Jesús Bayort.
Tras los pasos de D. Álvaro Domecq están sus hijos, sobrinos y nietos, un nuevo eslabón que hace que la vacada tenga continuad en el futuro. Antonio Domecq se encarga de la doma de los caballos del hierro familia desde su retirada de los ruedos, un proyecto que va encaminado tanto para la doma clásica como para el acoso y derribo, el rejoneo y trabajo diario en la ganadería, Una yeguada que está compuesta por hembras de tres sangres o hispano-árabes y caballos puros españoles.
Isabel Domecq, también sobrina de D. Álvaro, se encarga de cuidar al detalle el espectáculo “A campo abierto” una de las joyas de la corona de esta ganadería y que trata de acercar al toro y al caballo a la gente de a pie que no conoce el mundo del campo bravo. Junto a su padre es Luis Domecq el encargado de estar al tanto del día a día de la vacada, un hierro que poco a poco debe ir volviendo a lugar del que nunca debió salir.
Rejoneador de profesión, tras su retirada de los ruedos, este se ha ido metiendo poco a poco en la gestión de una vacada que actualmente cuanta con un centenar de hembras muy escogidas tanto reatas como por hechuras. “Hemos reducido en un alto grado las vacas de vientre. Hemos hecho retientas y endurecido los criterios para aprobar una vaca. Seguimos con la línea de bravura y clase que siempre se ha buscado en esta casa” nos contó el propio Luis Domecq.
Una divisa que no ha tenido miedo a buscar fuera aquello que les faltaba en su casa, echando a las vacas sementales prestados por algunos de sus primos para seguir ahondando en la clase, la entrega y la transmisión, tres de las señas de identidad que siempre ha tenido este legendario hierro formado con sangre de Curro Chica, Carlos Núñez y Jandilla. Ahora vive un periodo de transmisión de cara a poder volver a esas ferias donde tras la pandemia ya estuvo anunciado gracias al empuje Morante de la Puebla.