Hablar de Manuel Rodríguez «Manolete» es evocar una figura que trasciende el toreo, una sombra alargada que, pese al paso de los años, sigue proyectando su solemnidad sobre la memoria emocional de la afición. Este cordobés de Santa Marina no fue solo un torero. Fue el torero. Un antes y un después. Un vértice ineludible de la historia taurina, esa que se quebró el 28 de agosto de 1947 en Linares, tras la cornada mortal de Islero, un miura que escribió una de las páginas más luctuosas del toreo. Espada al que despidieron con honores de Estado.
Tal era su importancia, que la prensa internacional recogió la noticia como si hubiese caído un rey sin corona. El cordobés fue el modelo de elegancia sobria, de valor sin alharacas, de entrega absoluta. Un amplio número de espadas que no fueron coetáneos suyos bebieron —consciente o inconscientemente— de un concepto que traspasó fronteras. No hubo torero importante de la segunda mitad del siglo XX que no sintiera esa presencia, ese peso invisible.

La figura de Manolete está esculpida en el mármol de la leyenda. Su misterio vive precisamente en que nadie puede ya verlo, pero todos lo sienten. Manolete vive en la imaginación del buen aficionado, en ese instante en que el toro se arranca y el hombre decide esperarlo estoico, con la muleta presta para embarcarlo. Eso es Manolete: la quietud que abrasa, la historia que no se borra, el torero que aún impone respeto desde el mármol frío de su estatua.
Coincidiendo con la corrida del pasado domingo en el Coso de los Califas —plaza donde nunca toreó Manolete—, una serie de aficionados acudieron al cementerio de la Salud para visitar la tumba de Manolete, uno de los cinco Califas del Toreo, junto a Lagartijo, Guerrita, Machaquito y El Cordobés. Una visita que quisieron hacer pública en redes sociales, concretamente en la cuenta de X de Pedro Casado Martín

«Si hay algo que nunca podemos dejar de hacer los aficionados taurinos, es honrar a los grandes que nos precedieron. Ayer, con el Club Taurino Puerta Carmona, acudimos a la feria de Córdoba, y nuestra primera parada fue visitar a los Califas y homenajear a todos ellos en la figura de Manolete», se podía leer en la citada red social.
Una jornada que vivieron junto a Francisco Gordón, coordinador en Córdoba de la Fundación del Toro de Lidia y Lances de Futuro, empresa que gestiona la plaza de toros de Los Califas, y que colaboró para que pudieran acceder a este lugar único dentro del citado cementerio de la Salud de la ciudad califal. Una mañana donde varios miembros del circulo pudieron dejar sobre su tumba varios claveles rojos, como gesto de respeto y recuerdo hacia su figura.
Si hay algo que nunca podemos dejar de hacer los aficionados taurinos es honrar a los grandes que nos precedieron.
Ayer, con el @ctaurinopc, acudimos a la feria de Córdoba y nuestra primera parada fue visitar a los Califas y homenajear a todos ellos en la figura de Manolete. pic.twitter.com/Q1yCishcVm
— Pedro Casado Martín (@casado_martin) May 26, 2025