En ocasiones ocurre que una sola letra en una palabra cambia radicalmente el sentido de la misma. Así, según el Diccionario de la RAE, el adjetivo asoleado tiene como sinónimos tonto, bobo o estúpido. La RAE no incluye en su diccionario el adjetivo asolerado, que sí figura en el Diccionario del Español Actual con esta acepción: que tiene solera, antigüedad, prestigio. Y, siendo así, no se me ocurre otro mejor si de Curro Díaz hablamos.
De y sobre el torero de Linares, que cumple ya veintisiete años de alternativa, se publicó en 2011 “Curro Díaz, torero lorquiano” (Ed.Bellaterra), obra del profesor de literatura y escritor linarense Miguel Vega quien justificaba así el título: “ Desde sus inicios Curro Díaz siempre me evocó la poesía jonda de Federico García Lorca”.
Curro Díaz es un verso libre en el toreo y nunca ha buscado el amparo de las grandes casas que manejan en cotarro. Su tauromaquia bebe de dos fuentes de su Linares natal de las que brotan caudales de torería: José Fuentes y Curro Vázquez.
A Curro Díaz , durante años, le han negado muchos de los que ahora lo descubren -nunca es tarde- rendidos a su forma “de hacer y decir el toreo” (Bergamín), el toreo revelado como conjunción de lo hermoso y lo trágico en el que el artista, el torero, atrapa a quien lo contempla estableciendo una íntima conexión con el espectador.
Ocurrió ayer mismo, en Jaén con la de Victorino, en la penúltima de una temporada (queda otra, en Niebla) en las que, con las plazas de Andalucía como testigo en su mayoría, ha dejado el marchamo de su toreo- asolerado, decíamos- y triunfos que van mucho más allá de las orejas cortadas, y ante todo tipo de hierros y encastes.
La de Jaén se vio en abierto por televisión vía Canal Sur y también por la televisión de pago OneToro, que está sin estar, ya saben.
Curioso y a la vez sintomático que en las más de cien retransmisiones de la presente temporada y casi otras tantas de la anterior por One Toro, grandes ferias en ellas, en ninguna estaba anunciado Curro Díaz.
Una anomalía que revela una injusticia y que priva a los aficionados que por causas diversas no pueden acudir a las plazas de un torero como Curro Díaz que transita por la vida y el toreo con la verdad por delante.
El antes citado libro de Miguel Vega acaba así: “ Un torero que apenas le dejen un poquito acabará escribiendo las más hermosas páginas del toreo”.
A tiempo están.