FRANCISCO MARCH
La corrida resultó infumable, los de Adolfo Martín, entre el
descastamiento de unos, la mala baba de alguno y la invalidez del único que –
suele suceder- metió bien la cara y siguió la muleta ( en lo que su minusvalía
le dejaba) pusieron un baldón en una ganadería que la afición espera siempre
como el maná de la bravura. Otra vez será, seguro.
Sin embargo una tarde átona en el ruedo, desabrida y
mortecina , tuvo, para quien firma , carácter de curso acelerado de
tauromaquia, algo que siempre viene bien aunque uno piense que ya lo sabe todo.
Ver una corrida junto a Esplá – fuera gorros- no se paga con
todo el oro de Moscú o los fondos andorranos de los patriotas catalanes que han
puesto fecha al desenganche de la España opresora.
Antes de empezar la infausta corrida y hablando de
antitaurinos y otras zarandajas el Maestro ( lo de alicantino ya lo sabemos
todos) dejó caer: El toro es el único material que muere cuestionando a su
creador ( ojo, corrector, creador, no criador).
Luego, ya conforme iban saliendo los toros y frustrándose
las ilusiones de la terna y las esperanzas del público , Esplá se anticipaba a
las reacciones del toro, tal que hacía en sus más de tres décadas de luces sin
sombras. Valoraba el empeño y la madurez de Ferrera, el temple de Juan
Bautista o los arrestos de Escribano.
Escuchándole , como también cuando interviene en la tertulia
televisiva post festejo, a uno no le queda otra que tomar nota en su bagaje de
conocimientos ( taurinos, pero no sólo) y dar gracias por haber podido
disfrutar de su toreo antes y de su discurso siempre.