¿Y si Urdiales fuera de la mano de la Fusión
Internacional por la Tauromaquia en 2016? Proyectos ambiciosos no le faltarían
a una entidad que ya tiene de su mano a un Morante que en la próxima campaña
tan sólo ha anunciado que lo acompañará José Miguel Carvajal y un Talavante que
pende del hilo dudoso de su futuro. La posibilidad del acceso de Urdiales a la
Fusión engrandecería, pues, la línea de trabajo marcada en el helado enero
madrileño a escasos metros de la Puerta del Sol. Entonces fueron la «consolidación,
la recuperación de plazas y la apuesta novilleril” lo que aseguraron Cutiño,
Barrera y un Simón de libre espíritu que, semanas más tarde, decidió
desvincularse del proyecto.
Comerciar, pues, con la pureza debería ser un valor
añadido a un sector taurómaco con una naturaleza económica pero, tal y como
apuntaba en CULTORO el propio productor Simón Casas el pasado jueves, con una
base artística y cultural. Si caminamos con la frente alta por jactarnos de
pertenecer a un sector artístico, comercializar los valores taurómacos -en este
caso la pureza de Urdiales- debería ser por un lado, un orgullo y, por otro,
una mina económica. Y eso podría ser lo que busca la FIT con un torero como el
riojano.
El de Arnedo no se vio en Ferias como la de
Abril, en una durísima contradicción contra el dios maestrante durante cuatro
décadas: Curro, confeso devoto de Diego. Ha marcado y ha merecido Urdiales un
2015 en el que la justicia ha estado de su mano; porque la honra y porque la
siente; porque la entiende con torería y porque se la ha ganado una y mil veces
con las novias ganaderas que no ha querido nadie. Por otro lado, la baja de Francisco Rivera «Paquirri”
en el proyecto, que contradiciendo su palabra inicial de torear sólo en su
vigésimo aniversario de alternativa seguirá con su carrera junto a «El Tato” en
2016, puede haber abierto los ojos a una Fusión ya consolidada.
Y ¡ojo! , que en las tabernas se habla de que
Urdiales podría cambiar su sino, pero tengan seguro que no lo hará si su
apoderado, su amigo, su genio Luis Miguel Villalpando no va de su mano. Esa
condición va inmersa en la pureza que escenifica la vida y el toreo de Diego
Urdiales. No lo olviden.