EL TENDIDO DE LOS SASTRES

Urdiales, maestría total


sábado 24 abril, 2021

A Diego Urdiales se le ha cantado (con razón) la pureza de su toreo. También (con igual razón) la torería que desprende en cuanto pisa el albero.

A Diego Urdiales se le ha cantado (con razón) la pureza de su toreo. También (con igual razón) la torería que desprende en cuanto pisa el albero.

A Diego Urdiales se le ha cantado (con razón) la pureza de su toreo. También (con igual razón) la torería que desprende en cuanto pisa el albero. Pero menos (sin razón) su magisterio. Y esas tres virtudes  del torero arnedano se han manifestado en todo su esplendor en el segundo de su lote de la interesante – según el neo lenguaje taurino- corrida de Santi Domecq lidiada esta tarde en Villanueva del Arzobispo.

Ese toro, el cuarto, alto y bastote, no apuntaba cosas buenas desde que salió por la puerta de chiqueros, falto de entrega en sus embestidas. Y pese al inicio torero y mandón de Diego, al tercer muletazo de la primera serie en redondo se le vino al pecho. Y aceleró el corazón del torero pero no el pulso de sus muñecas ni  menos aún la quietud de sus zapatillas. Y poco a poco, cite a cite, pase a pase, la faena fue creciendo al tiempo que el toro no tenía otra que someterse a una muleta poderosa y templada.

Cada serie superaba a la anterior en hondura y ligazón, el torero se agigantaba y el toro menguaba. El dominio de la razón se imponía, levantada sobre los cimientos del valor y el arte. Y afloraba la maestría de Urdiales. 

No había dudas, claro. Pero en Villanueva del Arzobispo quedó nítido y diáfano que Diego Urdiales es un Maestro del Toreo.  Así, con mayúsculas.