Paco Ureña dejó una tarde de máxima entrega pero arruinada por el acero en Valencia este domingo. Así hemos narrado los tres toros:
Soñador’de Santiago Domecq, número 2, era el primero de la tarde, un toro largo y con cuajo, de 564 kilos en la romana que salió suelto y no quería telas de Ureña, hasta que lo enceló el murciano y dejó varias verónicas estimables. Empujó lo suyo en la primera vara a Juan Melgar, descabalgándolo. Trasera le cayó la segunda vara, más liviana. Por tafalleras fue el quite de Román, abriendo mucho el compás y exponiendo, sobre todo por los parones entre lance y lance. Más parado el toro en la lidia, echó la cara arriba en los palos. A Román brindó el toro, iniciando obra por estatuarios, tragando ante un animal que se le coló en dos de ellos por dentro y al que le dejó un desdén y otro muletazo final de mucho calado arriba. La primera serie, con el compás muy abierto y por la derecha, no tuvo sino verdad en la proposición y en el gobierno. Y todo ante un toro con las fuerzas justas, que tuvo que medir en alturas y montarse encima de él cuando echó la persiana. Tuvo que llevar la mano alta también al natural, cuando el viento también comenzó a molestar más. Y le robó naturales sueltos pero de mucho mérito. Y el final de obra, rascando también por la izquierda lo poco que le quedaba al de Santiago, siempre cruzado el de Lorca. Al final acabó de un pinchazo y de una estocada entera y efectiva. Ovación.
Heráldico de nombre el tercero, de 540 kilos, fue un tercero al que meció el capote a la verónica hasta los medios Paco Ureña. Lo cogió por los pechos el caballo de Cristian Romero en la primera vara, quitando por comprometidas chicuelinas luego Román. Arrebatado el brindis al tendido y las dos primeras series de Ureña, tras la Diana floreada de El Soro. Y dejó una obra de buenos momentos y de toreo largo por ambos lados ante un toro a más, pero de irregular humillación, porque unas veces iba con la cara sobre la arena y otras la alzaba. Estuvo a la altura Paco, que dejó un final meritorio de naturales a pies juntos, pero el acero arruinó otro posible premio. Pinchazo, media que escupió y estocada tendida. Ovación tras aviso.
Era difícil seguir el nivel de la tarde cuando Ureña le plantó cara al quinto, y lo intentó en las verónicas de inicio. Pero ya empezó a ser brusco el animal en las telas lidiadoras, y luego en la obra de muleta hizo un esfuerzo sincero Paco ante un animal incierto. Se dio un arrimón de mérito para epilogar faena, pero pinchó al toro y todo quedó en ovación.