El pasado martes 10 de mayo, Rebeca Crespo, periodista de La Gaceta de la Iberosfera, acudía por primera vez a los toros. Se trataba de un festejo en la plaza de toros de Las Ventas, un cartel conformado por Javier Cortés, Francisco José Espada y Tomás Campos y los toros salmantinos de El Pilar. Como bien hizo saber mediante su cuenta de Instagram, fue a los toros para poder opinar con conocimiento de causa sobre la tauromaquia y no dejarse guiar por clichés preestablecidos.
Una publicación que se viralizó en muy poco tiempo, la cual fue compartida por un gran numero de aficionados y gente del toro que agradecieron a la periodista que diera ese paso. Algo que por otra parte debería ser normal, porque para posicionarse sobre un tema lo más sensato es conocerlo de primera mano. Lagunajandaganaderia, por ejemplo, le daba la enhorabuena con el siguiente mensaje: «Como casi siempre, no se puede amar lo que no se conoce. Poco a poco. Enhorabuena«. Isabel Lozano; hija del torero, ganadero y apoderado Fernando Lozano, le dejaba el siguiente comentario: «Brava». Por último el torero y también periodista Miguel Ángel Silva felicitaba su valentía dándole las gracias.
Un texto inspirado en otro escrito por Raquel Rodríguez en ‘Al poniente’ en el que la periodista quería dejar clara su opinión sobre lo vivido en su primera tarde de toros, la cual es hacemos llegar íntegramente mediante dicho texto publicado en sus redes sociales. Una tarde interesante por la interesante actuación de Javier Cortés y el gran juego de los toros de El Pilar.
“Ayer asistí por primera vez a una corrida de toros. No quería seguir cayendo en el mismo error que tanto cometemos de juzgar algo sin conocerlo. Sinceramente, fui con miedo y pensando que tal vez iba a llorar desde el inicio o a morir de tristeza y salirme en la mitad de la corrida. Sin embargo, fue un espectáculo que disfruté, lleno de historia, tradición y que me sorprendió con su danza entre la vida y la muerte. Ahora entiendo con propiedad por qué la gente se apasiona tanto por los toros. Después de asimilarlo puedo asegurar que disfruté de toda la estética que acompaña la corrida: el silencio casi absoluto en el que queda un coliseo expectante segundos antes de la estocada final, la danza que realizan los matadores y banderilleros, los aplausos, los pañuelos blancos, los “olé” que contagian y, por supuesto, el poderío del toro. Seguro algunos leerán esto y sonreirán como el que sonríe cuando le comprenden después de ser juzgado por tanto tiempo, otros leerán y arrugarán la frente como el que no entiende pero tampoco desea entender, los otros con más confianza me expresarán su desacuerdo por aquí o de manera privada y seguiremos cayendo en el mismo error de rechazar lo ajeno y lo desconocido”.
Cerraba este texto con un «¡Volveré!»