DESDE DENTRO

Pepe Luis Vargas, el hombre de confianza de Juan Ortega: esta es su historia


jueves 5 octubre, 2023

El de Pepe Luis Vargas y Juan Ortega es uno de los binomios inquebrantables en el toreo.

Juan Ortega
Juan Ortega, con Pepe Luis Vargas dándole un consejo. © Luis Sánchez Olmedo

Detrás de la carrera de muchos toreros se esconden personajes claves en sus carreras, hombres que le supieron dar esa tranquilidad que necesitaban para sacar aquello que llevaban dentro. Ahora que la figura del apoderado independiente está prácticamente extinguida, estos deciden unirse a un torero en cuestión en el apartado artístico, dejando los despachos para aquel que sabe moverse como pez en el agua en estos temas.

Uno de esos binomios inquebrantables es el de Pepe Luis Vargas y Juan Ortega, dos toreros que hablan el mismo idioma tanto dentro como fuera de los ruedos. Ambos se encontraron en el camino cuando Juan andaba buscando una mano amiga, esa que encontraría en un torero que siempre tuvo el respeto del aficionado y los compañeros. El astigitano. bético confeso, devoto de la Macarena y con una sensibilidad especial para paladear el toreo, camina junto a Ortega desde aquel 2016, en el que ambos se dieron el “sí, quiero” para unir sus carreras.

Pese a lo que pudiera parecer, no fue Ortega el que se acercó a Vargas, sino al revés. Pepe Luis ya había oído hablar del joven sevillano, e incluso había ido a verlo torear. Pese a no haber apoderado a nadie, Vargas, tuvo la osadía de tomar la decisión de acompañar y apoderar el que hoy es su poderdante, un torero que se ha ido macerando con el tiempo hasta alcanzar el lugar que actualmente ocupa. Pepe es su confesor, su maestro, su amigo, un torero con el que pasa gran parte de su tiempo, ese que le supo transmitir las emociones que vivió en su época como matador de toros en activo. Esto le hace a Juan Ortega crecer cada día en el concepto de su maestro, ese que ambos comparten.

«Mi meta más importante no fue comprar un cortijo, sino desarrollar mi sentimiento, pero no pude»

«Mi meta más importante no fue comprar un cortijo, sino desarrollar mi sentimiento, pero no pude«, declaró en una entrevista a Antonio Lorca el propio Vargas, que no pudo alcanzar su sueño, entre otras cosas, por la gravísima cornada sufrida en Sevilla el 23 de abril de 1987, coso donde se jugó la vida y estuvo a punto de perderla. Una tarde donde “Fantasmón” le inferiría una grave en el muslo derecho que le arrancó la safena y la femoral, colocándole al borde de la muerte tras recibirlo de rodillas en la puerta de chiqueros de la Maestranza.

El espada nacido en “La ciudad de las torres”, esa que durante la época romana fue conocida como “Astigi”, en latino “Asturica”, ha sido una persona clave en la carrera de un espada que en este 2023 alcanzó una regularidad poco dada en un torero de su corte. En un mundo donde no hay paciencia ni memoria, él ha sabido mantener la calma en un principio de año donde todo se puso cuesta arriba.

Vargas, confidente de Juan Ortega: «Tanto luchá pa ná»

Juan Ortega
Juan Ortega. © Eduardo Porcuna

Vargas es autor de la célebre y lapidaria frase: “Tanto luchá pa ná”. El sevillano, tras pelear durante años, se retiraría de los ruedos a finales del 91 tras no poder superar las lesiones sufridas años atrás. “El fino torero sevillano, dueño de gracia y sensibilidad artística”, como así lo definió Antonio Lorca, le ha sabido transmitir a su poderdante esas vivencias que él experimentó durante su carrera

“Las cornadas duelen, pero la cabeza es la que manda”, algo de lo que es plenamente consciente un Ortega, que por forma de ser, nunca ha despegado los pies del suelo, algo que siempre le ha ayudado a mantener la calma pese a existir momentos de dudas. Pero ahí estaba Vargas para hacerle ver que, pese al momento en el que vivimos, hacer las cosas con prisas únicamente llevan al camino de la frustración, y de ahí al fracaso. Junto a José María Garzón, empresario y aficionado de gran sensibilidad, Ortega encontró esta estabilidad que le había faltado años atrás.

Juan es un torero calmado dentro y fuera de la cara del animal, algo fundamental para torear tan despacio delante de los animales. Como bien decía Álvaro Núñez: “El valor del torero se mide en la sutileza del toque, cuanto más valiente es el torero más suave toca al toro”. Sin duda pequeños matices que nos adentran en las profundidades del toreo, ese en el que Ortega aún tiene mucho que contarnos, ese en el que la calma es fundamental para hacer el toreo.