La provincia de Cádiz siempre ha sido considerada como una de las más ricas en relación con las explotaciones ganaderas que afloran en su territorio. Está dividida en 45 municipios, los cuales componen una superficie de 7435,85 km², un espacio donde el toro bravo ocupa un lugar importante. Aquí han pastado, y pastan vacadas de gran importancia histórica como Osborne, Carlos Núñez, Juan Pedro Domecq, Fermín Bohórquez, Torrestrella, Núñez del Cuvillo, Cebada Gago o Ana Romero, entre mucha otras.
El campo, la dehesa, la campiña o la marisma, esos lugares que parecen olvidados y que gracias a un puñado de valientes sigue latiendo. El toro bravo, amén de salvaguardar a los de su especie, también protege una flora y una faena de gran valor. Todo tipo de aves encuentran las ganaderías de bravo como un ecosistema ideal para su día a día. Las migraciones a ese lugar en su búsqueda de un espacio tranquilo y apartado del hombre, así como un ecosistema sostenible, hacen de las vacadas de bravo un paraíso para todo tipo de animales que viven en ella.
La finca Corbacho Grande, entre Chiclana y Medina Sidonia
En la zona cerca al océano Atlántico hay un sin fin de territorios que han tendido al toro bravo como guardián de las mismas. Una de ellas ha sido la finca Corbacho Grande, un punto situado entre los términos municipales de Chiclana y Medina Sidonia que durante varios lustros acogió en sus cercados a animales bravos. Un proyecto ganadero que comenzó allá por 2001 al adquirir su propietario un lote de vacas y sementales de la Ganadería del Marqués de Domecq. Tras varios años de ardua selección lograría tomar antigüedad en la primera plaza del mundo el 4 de septiembre de 2005.
Poco a poco fue combinando festejos menores con corridas de toros con importantes resultados. La dureza de la crisis y un mercado cada vez más cerrado fue haciendo que la vacada fuera reduciendo el número de madres y de animales a lidiar en las plazas, encontrando su nicho en becerradas y festejos sin caballos. Pero eso no evitó que la finca saliese a la venta hace varios años, eliminándose todo el ganado y readaptando la misma para la cría de caballos.
135 hectáreas de terreno valoradas, junto a las instalaciones, en 2.900.000 € como precio de salida
Una finca de 135 hectáreas de terreno valorada en 2.900.000 € como precio de salida. «Se trata de un cortijo construido en 1910, el cual está totalmente restaurado, teniendo el mismo una residencia típica andaluza de 500 m² en dos plantas con cuatro dormitorios, tres baños, patio y bodega. Una finca que también cuenta con establos de caballos (16 cajas), plaza de toros con capacidad para 100 personas, sala de celebraciones para bodas o fiestas (750 m² con capacidad para 1.000 personas)», se puede leer en este enlace en la web Milanuncios.
Tras ponerse a la venta en distintas webs especializadas fue arrendada durante varios años por el ganadero sevillano Álvaro Núñez, quien llevaría hasta esta finca gaditana sus toros de saca, al ser esta un lugar con unas instalaciones idóneas para el manejo del toro bravo. Un criador de bravo que hace años asentó su cuartel general en tierras portuguesas, lugar donde se encuentra cómodo y feliz con una vacada que poco a poco va subiendo en número de animales.
Una finca únicamente enfocada en las vacas madres y los sementales, como bien nos cuenta el propio ganadero: ”Este año los machos vuelven a Tarifa, a una finca que se llama «Iruelas», la finca de la familia Núñez desde el Duque de Medinaceli. Acabo de cerrar el negocio y llevaré allí todos los machos y los toros. Los Núñez somos de Tarifa y me hace mucha ilusión regresar”, nos comentó el propio Álvaro en una entrevista concedida a este medio el pasado mes de octubre.