Diego Ventura ha despedido este sábado, 20 de mayo, a su mítico caballo Nazarí en Las Ventas, con el que ha dado la vuelta al ruedo. Ha sido en su segunda tarde en el abono de San Isidro, un festejo en el que ha cortado tres orejas -y se le pidió con fuerza una cuarta en el segundo de su lote- y logró abrir por 18ª vez en su carrera la Puerta Grande venteña-
Tras el adiós al caballo, ha dicho al micrófono de OneToro que «se va para mí el mejor caballo que he tenido en mi vida, y de los mejores que he visto. Tiene 21 años y lo retiro porque se lo ha ganado, porque está completamente sano y está muy fuerte. Ha sido un caballo que ha hecho que mi carrera cambiase», exponía el rejoneador cigarrero.
Sobre el toro, señalaba que «era otro animal muy bueno de la familia Capea; cuando yo discuto con los empresarios sobre las ganaderías, lo hago por la forma de embestir de estos toros, porque permite hacer el toreo de verdad y con pureza».
Tras el primero de su lote, al que desorejó, señaló al micrófono también de OneToro que «el toro ha galopado, ha sido bravo, ha tenido ritmo… era un toro importante al que también había que torear bien y estar firme. Ha permitido hacer ese toreo tan fabuloso que yo siento, cargando la suerte y pasándomelo muy cerca. Cuando las cosas a caballo se hacen con verdad y ajuste, es cuando llega todo”.
Las actuaciones de Ventura en Las Ventas este sábado
Dormido salió el segundo, rematado y bien hecho, pero tardó poco en encontrar a Diego Ventura sobre «Joselito» y sacar su celo y calidad a flote, arrancándose un fijo y con poderoso galope que Ventura supo parar con tanto ajuste y serenidad que levantó más de un «Ay» de los tendidos, antes de dejar un rejón en todo lo alto. Y subió el listón sobre «Fabuloso», cosiendo los pitones del buen toro a la grupa y tirando de él en suaves t templados galope de costado a dos pistas, hermosinas rematadas con esos «trincherazos» por los adentros, sin apenas espacio para el caballo. Soberbio. Y el toro, fijo y entregado, embistió siempre con franqueza y un fondo maravilloso. Las banderillas, dando el pecho tuvieron tanta verdad como espectacularidad. Y con «Bronce» rizó aún más el rizo. Se ajustó aún más, redujo todos los espacios hasta lo imposible y dejó una banderilla de mucha exposición, sin cabezada, pero con falsa rienda, que levantó los ánimos del tendido al máximo. La plaza era suya. Y, como el rejón fue efectivo, las dos orejas fueron a sus manos con total justicia.
Con la décimo octava puerta grande en el bolsillo (que se dice pronto) Ventura se fue a la puerta de chiqueros, garrocha en mano, para tirar de la salida del cuarto, un toro de preciosa estampa y apretadas carnes, que se siguió la estela de «Generoso» con templado poder y ritmo. Por si hiciera falta asegurarse algo, sacó a una de sus más rutilantes estrellas: «Nazarí», que rápidamente enganchó sus ya clásicos galopes de costado, tan plástico, tan ceñido, rematado con una banderilla en todo lo alto, provocando en cante de una aficionada desde el tendido,. Ventura agradeció el gesto con una banderillas de tercio a tercio, entrando un un tierra tierra y una elevada antes de batir en la cara del toro y clavar el palo justo en otro que ya tenía el toro. Cosas de la puntería. Después añadiría la pirotecnia de «Nómada», pues sus explosivas piruetas con los pitones rozando su piel emocionaron al gentío. Y los hierros, arriba y reunidos, mientas el toro, centrado siempre en la buena lidia de Ventura, acudió a cada envite con intensidad sincera. Otro buen toro de Capea. Cerró Diego con «As de Oro» una faena más compacta, más redonda, con un caracoleo perfecto para las cortas y un soberbio rejonazo de muerte. Pero ocurrió lo impensable. Que el único que no estuvo de acuerdo con todo lo bueno que se realizó en la arena fue el presidente que sólo sacó un pañuelo, con la consecuente bronca del público. La vuelta al ruedo de Ventura con el gran «Nazarí» fue el mejor homenaje para este maravilloso caballo que tanto le ha dado a Diego y que a sus 20 años el jinete ha decidido retirar en este ruedo.