Daniel Luque cuajó de capa al segundo toro de Juan Pedro esta tarde en Valencia. El sevillano selló un prólogo veroniquil que quedará grabado en la afición de la calle de Xátiva por la dulzura en toques y la forma de componer el toreo más fundamental, pero más bello. Así hemos narrado ese inicio y la lidia del toro en su conjunto, que fue rotunda:
Privilegios del aficionado ver el saludo de capote que Daniel Luque recetó esta tarde al primer toro de su lote en Valencia, un segundo ‘Bachicho’ de 564 kilos, bajo y bien hecho, al que le meció la cala con una cadencia extraordinaria. Y la media y la larga, un poema ambas. Por ajustadas chicuelinas quitó Emilio de Justo tras las medidas varas de El Patilla. Habilidosos los pares de Raúl Caricol y Jesús Arruga, provocando la embestida del animal ante su tarda arrancada. Al tendido fue el brindis de Luque, que inició por ayudados con una esencia paranormal. Como paranormal fueron las dos primeras series por derechazos, sin un toque de más para aprovechar la dulce inercia del toro, aguantando los embroques para torear con el hombro hundido y el mentón en el pecho la embestida, sin un zapatillazo que desgobernara el propio gobierno que suponía en sí mismo el conjunto de dos series rotundas. No era el mismo el toro al natural, pero sí el torero, que entregó su alma en cada proposición y dio el pecho en cada embroque, soñando cada viaje que embaucó por abajo. Una locura lo de Luque en una obra de intensidad, temple y poso. El final, por fulgurantes circulares y luego luquecinas de tragar quina. La lástima fue el pinchazo previo a la estocada. Oreja con mucha fuerza.