Con la temporada 2025 a la vuelta de la esquina, es momento de poner el foco en el campo, lugar donde los ganaderos cuidan con mimo ese ganado que un día entró por la puerta de la finca para cambiarles la vida. Criadores de bravo de nuevo cuño u otros con una larga historia que continúan apostando por este animal pese a pasar años difíciles tanto por la pandemia como por los problemas derivados de la inflación.
El pasado 15 de diciembre pasó por los micrófonos de Clarín Victorino Martín García, ganadero cabal y un gran enamorado de este ejemplar único, un hombre que apostó todo lo que tenía a ese animal que les ha dado todo. La pandemia golpeó de forma severa a un sector que vio como todo podía acabarse en un suspiro si no se ponía una solución que aplacara un poco todo este desorden. Los ganaderos obraron en consecuencia para intensar subsistir, algo que también hizo este criador de bravo afincado en la provincia de Cáceres.
“En la época de la pandemia había varias soluciones que tomar en la ganadería para seguir manteniendo la vacada como la conocemos hoy en día” explicaba el ganadero madrileño. “La primera era eliminando vacas reproductoras (base genética de la ganadería) o machos de diversas edades, algo que hicieron otros compañeros, pero que yo no me podía permitir. La segunda era endeudarme buscando financiación externa para no tener que mandar animales al matadero”. Victorino optó por hipotecarse para mantener intacto todo el trabajo realizado años atrás.
Un préstamo arriesgado para intentar salvar una situación muy compleja: “¿Qué negocio aguanta dos años sin ingresos y con los mismos gastos?, pues ahí está la respuesta. Yo opté por la más difícil que era arriesgarme e hipotecarme, apostar mi futuro, es decir, no cambiar nada. Después de la Pandemia se multiplicó por dos el precio del grano y al año siguiente (2023) vino una sequía tremenda que multiplicó por cuatro el precio de los forrajes. Los ganaderos pasamos cuatro años muy difíciles, para mí todos los que fueron capaces de aguantar son unos héroes” comentaba el ganadero madrileño.
Una ganadería que decidió hipotecarse para no eliminar genética, un camino que cuatro años después parece que se aclara: “Nosotros seguimos en la Pandemia con el mismo ritmo que años anteriores, es decir, como si no hubiera pasado nada. En este caso recurrimos a los bancos para hipotecarnos, con lo que ello representa en un sector primario donde los márgenes de beneficio son muy chiquititos. Entonces es un riesgo muy grande, pero ahí la afición nos pudo, se puso por delante de todo. Yo no soy capaz de mandar la camada entera al matadero o parte de las vacas por un tema económico, eso está por encima de mis valores, toca luchar por lo que uno cree, en la vida hay que tomar decisiones arriesgadas y esta era una de ellas” explicó.