El pasado domingo, Victorino Martín pasaba por los micrófonos del programa Clarín de RNE para hablar de diversos temas relacionados con su ganadería. En dicha entrevista también se puso sobre la mesa el tema de los indultos y la falta de rigor que en muchos casos dicta sentencia en un palco presidencial. Lo inusual se ha vuelto costumbre y eso desvirtúa este premio hacia el animal bravo.
Pero, ¿qué es el indulto para Victorino Martín?: “Esta es la prueba definitiva que hay para ver la aptitud de un toro bravo en la lidia es la plaza, porque los tentaderos que se hacen en el campo se parecen mucho a la plaza, pero no es lo mismo. No tiene el viaje, no tiene las dificultades que pueden encontrarse un toro para lidiarse en el ruedo” comentaba el ganadero madrileño el pasado domingo.
Un ganadero que tiene totalmente claro el fin último del indulto: “Este está pensado para el animal que supera con creces esa prueba pase a ser reproductor de la ganadería. Pero hoy en día eso ha degenerado, por un lado, y, por otro lado, para ser reproductor no solamente es necesario que se comporte bien en la plaza hay que tener en cuenta otros factores como su genealogía, su morfología, aquello que necesita mi ganadería en ese momento”.
La lidia en la plaza nos enseña las virtudes del animal, aquello que hizo en el ruedo, pero no su transmisión genética: “No siempre un buen producto va a ser un buen reproductor, entonces, la última palabra la tiene que tener el ganadero, pero hoy en día los indultos están un poquito desvirtuados, porque hoy no se dan rabos salvo excepciones, aquí solo se concede una o dos orejas, y si se dan los máximos trofeos es porque hay indulto. Muchas veces el sacar el pañuelo naranja se está dando como premio al matador que al toro” explicaba Victorino Martín en el citado programa radiofónico.
Victorino Martín: «La última palabra para el indulto de un toro la tiene el ganadero»
Dos han sido las plazas donde este dijo no al indulto de dos de sus ejemplares. Ambas situaciones ocurrieron en Andalucía ante toreros que conocen bien los animales de la casa. El primero de ellos tuvo lugar el pasado mes de mayo en Osuna (Sevilla), plaza donde Antonio Ferrera cuajó de cabo a rabo a Paquito, astado lidiado en quinto lugar por Antonio Ferrera. “La última palabra para el indulto de un toro la tiene el ganadero, por comportamiento y juego lo merecía pero no hemos accedido a su indulto porque no tenía el trapío que se debe exigir a un toro para ser un reproductor, que es la finalidad de este premio y reconocimiento” se podía leer en la propia web de la vacada cacereña.
El segundo de ellos tuvo lugar en la plaza de toros de Jaén en su Feria de San Lucas, allí Emilio de Justo realizaba una faena de altos vuelos a Mojarro, ejemplar al que le tenía cortado los máximos trofeos y al que pinchó. La negativa de Victorino Martín propició que ese importante animal marcado con la A Coronada no volviera a la finca que le vio nacer.
En palabras del propio Victorino Martín, “se indultan muchos toros por complejo, por hacer ver que el animal puede ganarse la vida en el ruedo. Eso desvirtúa el indulto, teniendo que servir este para destinar a la preproducción a un animal excepcional por su juego y por su genealogía, y no por un premio al torero como también pasa muchas veces”, una opinión que comparten un número amplio de aficionados.