Con la llegada de la pandemia y la posterior crisis derivada de la guerra en Ucrania, la inflación ha llegado a unas cotas que hace años no se veía. Esta coyuntura ha obligado a los ganaderos de bravo a reestructurar sus vacadas con el fin de no ver números rojos al final del ejercicio. Algunos ganaderos pidieron préstamos para no tener que llevar genética al matadero, otros se quitaron machos, y una gran parte redujeron su hato de vacas o no echaron al toro a todas las vacas disponibles.
Durante los años de pandemia los festejos bajaron, y por consiguiente el precio de un animal al que si se le quería dar salida tenía que ser por un precio menor. Pero eso ha ido cambiando hasta llegar a un punto que la tortilla se ha dado la vuelta. La carestía de toros respecto al volumen de festejos ofertados hacía que el precio del toro subiera como la espuma, primero, para adaptarse a los costes reales de los mismos, y segundo a gran demanda que había.
A mayor demanda el precio del animal sube, algo lógico y normal, por otra parte. Si un toro antes de la pandemia podría rondar los 5.000 euros, ahora, con todos los nubarrones que hay encima y con la ya mencionada subida de costes, poner a un toro rematado para una plaza como Madrid no baja de los 6500 €/7000 €, por lo tanto, todo lo que se pagase por debajo de ese precio era malvender los animales.
Evidentemente, entre ganadero y empresario siempre existirá una negociación según el caché de la vacada o el número de animales disponible en la finca. Pero no todos los animales tienen como destino una plaza de toros, un gran número de astados son vendidos a distintas peñas y comisiones para sus festejos populares, alcanzando alguno de ellos un precio importante. Este fue el caso de Zahonero, un imponente toro de Miura exhibido en la Plaza Mayor de Burriana el pasado 10 de septiembre.
Sin duda alguna, este fue uno de los eventos taurinos de la temporada, ese que volvía a unir al hierro sevillano con la localidad castellonense. Hay que recordar que Burriana fue la primera localidad de la Comunidad Valenciana donde se soltó un toro del legendario hierro de la A con las dos asas. Un ejemplar que no se acercó a los 20.000 € pagados por Nubarrón de Partido de Resina, pero que estuvo muy cerca de los 10.000 € que obtuvo Victorino Martín por un toro de la casa.
