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El Año de… Padilla


miércoles 18 enero, 2017

Repaso exhaustivo por la temporada 2016 de Juan José Padilla, el Ciclón jerezano que cumplió una campaña brillante, Puerta del Príncipe de Sevilla incluida

Repaso exhaustivo por la temporada 2016 de Juan José Padilla, el Ciclón jerezano que cumplió una campaña brillante, Puerta del Príncipe de Sevilla incluida

La plaza de toros de Castellón sería testigo de cómo
Juan José arrancaba su temporada. Era en un compromiso importante, puesto que
apadrinaba la alternativa del paisano Vicente Soler en plena Feria de la
Magdalena. Consiguió salir a hombros cortando una oreja a su primero de Peña de
Francia y otra al cuarto de la tarde, con el hierro de José Luis Marca. Ese
triunfo físico y moral le harían tomar con fuerza, ya el 12 de marzo, la
segunda gran cita del prólogo de campaña: la de Valencia. Dispar salió la
corrida de Ricardo Gallardo, en la que no le tocó el lote a Juan José, siendo
ovacionado en su segundo.

CRÓNICA SEVILLA

Juan José Padilla es un auténtico héroe popular. Los públicos valoran
sus cualidades humanas, además de las estrictamente taurinas. Esa tarde
sevillana, cumplió su sueño de abrir la Puerta del Príncipe, siendo fiel a sí
mismo, y conectando con una Maestranza absolutamente entregada a los valores
del jerezano.

Juan José Padilla abrió la Puerta del Príncipe de Sevilla en la
penúltima corrida de la Feria de Abril tras cortar tres orejas. Ningún matador
había conseguido hacerlo durante la Feria y fue el ‘Ciclón de Jerez’ quien lo
consiguió a base de mucho pundonor, raza y una entrega sin límites frente a sus
dos toros de Fuente Ymbro.

Se fue a portagayola Padilla a recibir a su primero. Tuvo que esperar
unos momentos que se hicieron eternos y aguantó un parón a la salida del
animal, y al final salió limpia la larga cambiada. El toro sale muy suelto, no
quiere caballo y la lidia se hace primorosa. Juan José arriesga mucho al
banderillear un toro que espera, no lo pone fácil el de Ricardo Gallardo. Ha de
recurrir a colocar los palos de dentro a fuera y al violín: así, convierte en
éxito lo que era una importante papeleta. Un tercio complicado, pero realmente
bello. Continuaba el astado tardeando en todo pero embistió con nobleza el
Fuente Ymbro. Muletea de rodillas, con mucho oficio, logra sacarle derechazos
ligados y mata a la primera, con el pecho por delante. Faena de mucha entrega y
disposición, con el sello del jerezano. Todo ha sido voluntad y variedad de
recursos. Oreja de peso.

El quinto es un ‘Seductor’ que hace justicia a su nombre. Padilla se
volvió a ir a la puerta de chiqueros a recibir a su segundo oponente, al que
toreó por verónicas acompasadas en un saludo muy vibrante. El toro hace una
floja pelea en varas pero galopa en banderillas y el jerezano se luce,
tragándole mucho. En la muleta, lo esperó en los medios con el
toro embistiendo como un tren. Lo llama de rodillas, aguanta y se produce un
clamor. Adelanta la muleta, conduce bien las embestidas, nobles pero a media
altura y todo con mucha transmisión. La «Noria” enloquece por ligazón y
limpieza. Juan José Padilla desplegó toda su tauromaquia esa que no tiene
fronteras en su entrega y pundonor. Mucho aguante y valor aunados con el toreo
profundo. Hubo una primera parte más potente y arriesgada; y una segunda con el
toro menos entregado en el que logró emocionar y convencer al público. Supo
tocar las teclas adecuadas para el toro y para el aficionado. Gran estocada
arriba, tirándose muy recto. Dos orejas y Puerta del Príncipe para un auténtico
‘Ciclón’ que hizo honor a su apodo.

En Jerez de la Frontera, su tierra, cumpliría el
pirata su siguiente cita. Fue al lado de un torero como José Tomás en su
reaparición en ruedos españoles, completando el cartel José María Manzanares y
con una corrida de toros de Núñez del Cuvillo como materia prima ganadera.
Aquel día, Juan José sufrió un percance en el primer toro de la tarde, en el
que fue volteado en el tercio de banderillas; luego logró recomponerse y le
cortó dos orejas a su segundo para salir en hombros.

Aquella cita triunfal le llevaría, ya el 14 de mayo,
a otra gran tarde en la que logró el indulto de un toro de Julio de la Puerta.
Fue en la localidad sevillana de Osuna, cortando tres orejas y un rabo
simbólicos. Tarde de arrojo sincero fue la del 26 de mayo en la primera plaza
del mundo, Madrid, yéndose con entrega a portagayola y sufriendo también un
percance que no le impidió completar su tarde. Aunque no cortó trofeos, dejó el
sabor de la entrega para ser ovacionado en su lote de Parladé.

Con esa moral hizo el paseo casi un mes más tarde,
ya el 19 de junio, en la Feria castellonense de Vinaroz, cortando oreja y oreja
a la corrida de Los Ronceles. Tres días más tarde, el 22 de ese mes, cortó una
oreja y dio una vuelta al ruedo en su segundo en el coso de las Palomas de
Algeciras. Aquel día se lidió un encierro de La Palmosilla con un grandísimo
ambiente en los tendidos, que volvían a poblarse en una ciudad insignia para el
toreo como es la gaditana.

El 25 de junio trenzaría el paseíllo en el León
Arena, en plena Feria de San Pedro. Se lidió un importante encierro de Núñez
del Cuvillo, una vez más con un buen ambiente en los tendidos de la ciudad,
para que Padilla pasease hasta cuatro orejas del encierro gaditano. Fue otro
golpe más de moral que lo embalaría a otra de las Ferias importantes del mes de
junio: la de Burgos.

En el nuevo Coliseum Burgos hizo el paseíllo el pirata
con la corrida de Antonio Bañuelos, tarde en la que no se vino abajo y
aprovechó su importante lote del ganadero paisano para cortarle tres orejas a
la corrida en plenos «sampedros”. Y de Burgos, a la Feria del Toro, Pamplona.
Allí es santo de la devoción de las peñas y el «Padilla, maravilla” volvió a
sonar un año más. Con el encierro matinal corrido y una oreja salió de la
corrida de Victoriano del Río Juan José Padilla. Además, volvió a sentir el
cariño de su gente en el norte.

CRÓNICA LISBOA

Dicen que no es precisamente la tierra de uno la que sabe valorar el
esfuerzo del paisano. El mismo Padilla que había hambreado con las duras por
pueblos en los años de necesidad; el mismo Padilla que, tras reaparecer, había
sido libre haciendo lo que sentía, que era torear, a pesar de las
circunstancias; ese mismo Padilla, no fue profeta en su tierra esta temporada,
sino que fue el país vecino el que valoró sus cicatrices, el que alzó a los
altares taurómacos su esfuerzo paranormal y el que se llevó a hombros la
victoria de un hombre sobre la muerte. Así conjugó el pirata con Lisboa.

Y se lo merecía Juan
José porque, dos meses después de enfundarse el chispeante baratillero y salir
a hombros de la ciudad más hermosa del mundo, supo que era héroe extramuros cuando
llegó a Portugal y todos querían tocarle. Se lo merecía, más allá de la tópica
heroicidad, porque los trallazos que la vida le ha pegado los superó con la
medicina de la lucha. E igual que mereció ser Príncipe hispalense, también
mereció volver a su Jerez con el cariño luso guardado en lo más dentro.

Era el triunfo del
hombre, de la capacidad de superación, de la lección más importante a una
sociedad que mira y cree que, para ser grande, la suerte tiene que estar de su
mano. Le demostró que no, que para ser libre lo único indispensable es querer,
querer y querer conseguir esa libertad.

Se lo merecía porque,
si milagro fue vestirse de torero después de Zaragoza, un universo de eternidad
para el toreo han sido los cuatro años y medio que desde entonces han pasado
hasta conseguir la gloria que ha llegado en 2016. Más allá de conceptos, más
allá de cotas artísticas. Padilla maravilló a los suyos… y a los que no lo eran
tanto.

DE LUCENA A PALOS

De Pamplona a Lucena, en Córdoba. Aquel día volvía a
enfrentarse al hierro de Julio de la Puerta que le había dado gloria hace dos
meses en Osuna y volvió a perdonarle la vida a otro ejemplar de la ganadería.
Fue al tercero de la corrida, un toro en el que lo puso todo el ciclón de Jerez
para, finalmente, perdonarle la vida. Dos orejas más cortó al segundo de su
lote, aduana para salir en volandas de la afición cordobesa. Unos días más
tarde, el 23 de julio, hacía el paseíllo en uno de los cosos más emblemáticos
de todo el mundo: el octogonal de Almadén, en Ciudad Real. Tres orejas a la
corrida de Guadalest cortó en plena Mancha, debiendo coger pronto el furgón de
cuadrillas porque al día siguiente toreaba en la Plaza Real de El Puerto de
Santa María.

Era la segunda corrida del abono en el bello coso andaluz,
que ahora lucía rejuvenecido, y se enfrentó Juan José a una corrida de Salvador
Domecq que no le prestó demasiadas opciones. Aun así, logró cortar una oreja a
su primero. Y la verdadera corrida de aquel día fue la que tuvo que hacer el
ciclón para recorrerse España entera en tan sólo unas horas: de Cádiz debió
viajar hasta Tudela, en Navarra, donde toreó al día siguiente una corrida de
Las Monjas de la que paseó oreja y fue ovacionado en su segundo.

Tres días más tarde, el 28 de julio, también
disfrutó las mieles de una de las plazas más atacadas de nuestra geografía por
parte de los políticos: la de Palma de Mallorca. Allí, en el Coliseo Balear, se
enfrentó a una corrida con el hierro de su apoderado, un encierro de Hermanos
García Jiménez del que cortó una oreja a cada uno de los oponentes de su lote.
Ya a inicios de agosto, el día 5, Villanueva de Córdoba sería testigo de la
gran temporada de Padilla, cortando el jerezano cuatro orejas a la corrida de Hermanos
Domínguez Camacho.

Un día más tarde, el 6, Padilla daría otra
alternativa más en su vida: en este caso fue al novillero manchego Antonio
Linares en el también coso manchego de Pedro Muñoz. Fortes atestiguó una
ceremonia en la que se lidiaron toros de Castillejo de Huebra para que Juan
José saliese a hombros.

El día de San Lorenzo no faltó a su cita en Huesca,
Feria donde las peñas tienen vital importancia para el desarrollo del abono, y
con una corrida de toros de Charro de Llen hizo acto de presencia el pirata,
cortando un apéndice. Tres días más tarde sería el coso jiennense de Baeza el
que vería la presencia del diestro gaditano, cortando tres orejas también a la
corrida de Julio de la Puerta. Con un encierro de Los Bayones fue ovacionado al
día siguiente en Calatayud, dando una vuelta al ruedo el día más taurino del
año, el 15 de agosto, en la plaza de toros de Gijón. En ese norteño escenario
hizo el paseíllo con una corrida de Capea que no prestó demasiadas opciones al
lucimiento.

Con un lleno de «No Hay Billetes” hizo el paseíllo
el día 16 en la plaza de toros riojana de Alfaro. Junto a Miguel Ángel Perera y
Andrés Roca Rey le hizo frente a una corrida de Torrestrella de la que paseó
una oreja. Un día más tarde, el 17, La Mancha volvería a ver la gran campaña
del pirata en una tarde en la que, junto a su compañero también rehiletero El
Fandi, cortó dos apéndices de la corrida de Castillejo de Huebra.

No esperaría mucho para volver a enfundarse el
chispeante: sería el 20 de agosto en una histórica corrida en Sanlúcar de
Barrameda en la que se puso el cartel de «No Hay Billetes” cinco días antes del
festejo. Aquella tarde se fue con tres orejas y un rabo de un toro de
Garcigrande y otro de Lola Domecq. Cogería el furgón para, de nuevo, salir hacia
tierras manchegas: concretamente fue el rincón toledano de Esquivias el que
pisó unas horas más tarde, paseando dos orejas de la corrida de Hermanos
Cambronell.

Y llegó Bilbao. Una de las plazas que ha dado todo a
Juan José Padilla y que, junto a Pamplona, son su gran bastión norteño. Dio una
auténtica lección de pundonor en esta temporada 2016 Juan José Padilla en la
arena tiznada de Vista Alegre. Una oreja le cortó a la corrida de El Puerto de
San Lorenzo, pero más allá del premio, quedó el gran sabor de boca de una tarde
en la que la entrega y el gran toreo al natural por momentos se impuso a las
circunstancias.

El 28 de agosto hizo el paseo en Ejea de los
Caballeros, Zaragoza, paseando tres orejas de la corrida de Orive. Y no
comenzaría septiembre en el continente europeo, sino en el africano: la plaza
de toros de Melilla, «la mezquita del toreo”, vio cuál era el gran momento del
ciclón, saliendo en hombros de aquel festejo, cortando cuatro orejas y un rabo
de la corrida de Manuel Blázquez. De ahí, de nuevo a La Mancha, pues hizo el
paseo en la plaza de toros conquense de Motilla del Palancar el 2 de
septiembre, siendo silenciado ante un más que serio lote de Salvador Domecq. Con
tres orejas salió al día siguiente de la plaza de toros soriana de Almazán,
coso en el que volvían los toros tras varias décadas sin ellos. Se enfrentó a
un animal de Sobral y otro con el hierro de José Luis Pereda.

El día 4 de septiembre cumplió con el compromiso
adquirido en la corrida homenaje a Víctor Barrio en Valladolid, festejo en el
que cortó una oreja de un toro de Juan Pedro Domecq. Con tres salió el 8 de
septiembre de la plaza de toros más antigua del planeta, la de «La Ancianita”
de Béjar, Salamanca.

Aquella tarde tuvo que estoquear tres toros de
Vellosino por el percance sufrido por el compañero Fortes, que recibió una
cornada en el gemelo. Un día más tarde se llevó tres orejas y un rabo en un
exitoso festejo llevado a cabo en la localidad sevillana de Utrera, tarde en la
que se lidiaron animales de El Torero. Y hasta la plaza de toros cubierta de
Villarrubia de los Ojos viajaría al día siguiente, cortando tres orejas y un
rabo de la corrida de Marqués de Quintanar. Aquella tarde hizo el paseo al lado
de El Fandi y Fernando Tendero.

Con tres apéndices se fue el 11 de septiembre de la
plaza de toros jiennense de Andújar, que tras varios años de vaivenes
empresariales, volvía la cordura y la gente acudía de nuevo en masa a los
toros. Se lidió un encierro de Salvador Domecq. De nuevo en tierras manchegas
volvería a triunfar, el 15 de septiembre, paseando oreja de un toro de Hermanos
Revesado en Piedrabuena, en Ciudad Real. Y en Ubrique, Cádiz, un día más tarde
cortó dos orejas a la corrida de Núñez de Tarifa.

No faltaría tampoco esta temporada a la Feria de
Aranda de Duero, tarde la del 17 de septiembre en la que cortó dos orejas a la
de Victoriano del Río. Cuatro orejas y un rabo se llevó al día siguiente en la
plaza de toros cacereña de Peraleda de la Mata, lidiándose una corrida de
Torrealta, siendo ovacionado en el rincón toledano de Consuegra el 24 de
septiembre.

Y otra actuación triunfal tendría en el coso de
Campo Pequenho, ahora a final de temporada. Sería el día 29 con una corrida de
Manuel Veiga, dando cinco vueltas al ruedo. El clamor y el éxito volvieron a
hacerse presentes en el coso lisboeta, saliendo a hombros Juan José de la
afición lusa. Eso le embalaría
directamente a las dos últimas citas de su campaña antes del cierre en El
Pilar. La primera tuvo lugar con una corrida de Jaralta en Montoro, Córdoba, de
la que paseó dos orejas; la segunda, en la corrida pinzoniana de la localidad
onubense de Palos de la Frontera, tarde en la que se llevó al esportón otras
dos orejas de la corrida de Las Monjas.

CRÓNICA ZARAGOZA

Llegaba la penúltima de Feria al Coso de la Misericordia de Zaragoza
en la tarde de este sábado, penúltima del abono maño. Juan José Padilla, José
Antonio ‘Morante de la Puebla’ y Alejandro Talavante hacían a las seis en punto
el paseíllo. Se lidiaba un encierro de Núñez del Cuvillo.

Una corrida de toros que resultó accidentada y muy emociónate en todo.
Un festejo que tuvo un buen encierro de Cuvillo que sacó muchas virtudes. Un
tarde que se pasó de la fatalidad de Padilla, a la genialidad de Morante y a la
alquimia de Talavante; para posteriormente franquear el enfado de un público
enfurecido por un presidente en actitud egoísta y sin sensibilidad, al éxtasis
de la gloria del Ciclón en el sexto y a la apoteosis de un espectáculo
inolvidable.

Juan José Padilla se fue a chiqueros a recibir al primero. Toro que
salió en rectitud y sin obedecer al capote de Padilla. El Cuvillo le propinó un
tremendo pitonazo en la ceja izquierda que se quedó prácticamente inconsciente.
Se derrumbó antes de entrar en la enfermería. Morante se hizo cargo del toro y
Padilla no puedo continuar ante el abreplaza.

Pero la historia del festejo no había acabo con todo lo bueno vivido
por Morante y Talavante. Faltaba lo que fue la traca final. Padilla reventó la
plaza de La Misericordia a base de la entrega más absoluta y sincera que lleva
un su cristiano corazón. Juan José en
contra de los doctores salió a estoquear el sexto… ¡Y vaya como lo estoqueó!.
Hasta la gamuza en todo lo alto. El Ciclón formó la mayor inclemencia posible y
arrasó convertido en huracán. Un torero que entregó el alma a su profesión y el
cuerpo al buen toro de Cuvillo.

Juan José lo recibió con un público que supo valorar con clamor el
regreso del jerezano al ruedo. Padilla se tiró otra vez de rodillas para
engarzar tres largas cambiadas y varias verónicas de riñones metidos. Ahí la
plaza ya era un hervidero. Un toro que hizo las cosas muy bien y que la
cuadrilla lidió a favor. Juan José Padilla lo cuidó en varas y después, apretó
más la tuerca en un variado y profesional tercio de banderillas. Las palmas
echaban humo por entonces. La faena de Juan José que brindó al cielo y a
Zaragoza, tuvo un injusto resultado por un insensible y nefasto presidente.
Usía en actitud altiva dejando el «único» pañuelo hasta el final de
las dos clamorosas y emocionantes vueltas al ruedo que tuvo que dar Padilla. El
de Jerez de la Frontera, ofreció su repertorio y defendió su tauromaquia hasta
la saciedad.

Esa que le ha llevado a ser figura del toreo y que es venerada por
millones de legionarios. Un Padilla que además toreó ligado y encajado al
natural por donde basó principalmente su enrazada labor. Un natural de trazo
largo y perfectamente ligado con el de pecho. Por el diestro, carrusel con una
muleta tapando la salida y un torero dando tiempos a su noble antagonista.
Antes volvió a ponerse de hinojos para iniciar una labor en el tercio dando el
pecho y el corazón a la vez. En definitiva, Padilla dio lo mejor de Padilla y
ganó una vez más el tributo de Zaragoza. Una afición que abandonó la plaza muy
enfadada por culpa de la ineptitud del palco. Oreja que no contentó a nadie.