JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / PABLO LÓPEZ RIOBOO
El día a día del picador durante la Feria de San Isidro está caracterizado por un conjunto de actividades previas y posteriores a la corrida de toros que completan un oficio en el que también se exterioriza su forma de entregar la vida a la tauromaquia. Desde por la mañana con la elección de puyas y la asistencia al sorteo de las reses hasta por la tarde, con la actividad propiamente taurina en la corrida, los picadores son signo y seña de una profesión codiciada.
En palabras del varilarguero Luciano Briceño, «desde por la mañana miramos los caballos que torean por la tarde, que son elegidos por anitguedad de picadores. Pasan el reconocimiento veterinario y se eligen. Por la tarde, como ya tienes todo montado, calientas el caballo y sales al ruedo en tu turno”, señala el torero a caballo.
Por su parte, el también picador Diego Ochoa antes de elegir la vara, señaló que «cada uno tiene sus criterios. Unos buscan un palo con más curva, otros un punto más recto. Cada uno tiene su manía. Dentro de lo que hay, eliges lo que más te gusta”.