MARCO
A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Una corrida de toros de Vellosino sustituía esta
tarde en Madrid a la titular de Jandilla para uno de los carteles con mayor
expectación de la Feria: a las siete en punto de la tarde hacían el paseíllo El
Juli, Miguel Ángel Perera y Alberto López Simón.
Justo de todo salió el
castaño primero, desentendido de trapos y suelto tras los embroques con la cara
a su aire. A la contra de Juli el mismo sector de siempre, que pitó antes
incluso de que saliera el toro. Con chicuelinas y cordobinas quitó Perera con
mucha limpieza. Mucha facilidad tuvo Julián para ofrecer tela y trazar limpio
al torete sosón, que no tenía mal aire, pero se dejó el espíritu en casa.
Tampoco debe ser fácil torear con los mosquitos de siempre zumbando junto a tu
oreja. Hubo corrección y suficiencia, pero no llegó a romper el trasteo.
Silencio.
Al segundo le faltó cara
y le sobraron kilos, como se demostró en el capote de un Perera lidiador para
conservarle, al menos, la voluntad de acudir al cite. Gran tercio de
banderillas de Curro Javier, dejando llegar mucho al animal y reuniendo en la
cara. Poderoso se mostró Perera con la muleta, pero tanto que a penas le dio la
raza al animal para aguantarle tres series. Deslizó Miguel Ángel muletazos de
gran fábrica entre las dificultades del informal segundo, que quedaron en el
aire por la animadversión demostrada por un sector de la plaza, que le increpó
como a El Juli. Tras la estocada, escuchó silencio.
El castaño y montado
tercero, al que hubo que darle percal por abajo, rompió a embestir tres veces
en el capote para que le soplase en los medios López Simón tres verónicas y
media de bella factura. Muy bueno fue el tercio de banderillas de Vicente Osuna
y Jesús Arruga. Pronto le cogió el aire a diestras Alberto al castaño, para
asentarse en los talones y darle largura a los trazos que aceptaba el animal
con más boyantía que clase. Se descargó en los riñones en una serie de mano
baja y exigencia plena, aderezada con un cambio de mano excelso que hizo crujir
el tendido. Al natural no fue lo mismo porque no lo era el toro. Más díscolo y
menos franco, deslució muletazos con su cara suelta y su salir de la suerte. Un
pinchazo, una estocada y el descabello dieron sólo para saludar una ovación
tras aviso.
El bufalote cuarto,
simplón de hechuras y espeso de expresión, se dedicó más a buscar la gatera que
a emplearse en el percal de Juli. Fue al natural cuando llegó la imposición de
Julián, metido, de frente, con un muñecazo al final del pase para darle
con el vuelo un tranco más a la embestida sosona. Ahí estaba la diferencia
entre sucumbir a los piantes o crecer sobre su ignorancia. Pero jugó la espada
en su contra y en ovación quedó el premio.
El quinto se desplazó con
más discontinuidad que entrega en el saludo de Perera, arrancándole el capote
de un derrote. Le vino bien la excelsa lidia capotera de un Curro Javier
enorme. Muy poco tardó en negarse a embestir el chorreado en la muleta suave
que le presentaba Miguel Ángel, acoplado sin más pero sin la emoción que no
ponía el de Vellosino. Optó por el arrimón, pero no gusta en Madrid ese tipo de
alardes cuando delante se tiene un buey. Un bajonazo tras pinchazo no ayudó a
pasar del silencio.
Con una sonora bronca fue
recibido el cierraplaza, amplio de caja, largo de manos y zancas y muy pobre de
sienes y perfil. Indecoroso el toro para esta plaza. Y tuvo una arrancada
encendida y humillada tras la tela de Simón, pero mirando por encima del
vuelo, con más genio que bravura. Y que espíritu, porque a la tercera vez que
midió el suelo en varas fue devuelto. En su lugar salió un sobrero de Domingo
Hernández, largo y de buen tranco, que humilló en el garboso saludo con la capa
de Simón. Se dejó pegar en varas y no auguró la fuerza boyante. Sobresalió
Domingo Siro con los palos, volvió a brillar Arruga y anduvo solventísimo en la
brega Vicente Osuna, con los capotazos juntos. Importante fue el inicio de
doblones imperiosos para imponerse al ímpetu del animal, que se fue detrás del
trapo con chispa. Pero la perdió pronto, a la vez que la fuerza, y comenzó a
defenderse ante la voluntad sin brillo de Alberto. Muy exigente en el ritmo el
toro, no encontró Simón el arma para conectar ni para solventar la exigencia
del vivo animal. Una estocada sirvió para olvidarse de él en silencio.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Décimo octava de la Feria de San Isidro. Corrida de toros.
Seis toros de Vellosino, desiguales de presencia y tipo. De buen aire e intención, pero soso y sin raza el
primero; sin raza ni fondo el rajado segundo; de boyante y obediente
condición y justa clase el castaño tercero; simplón y obediente el soso
cuarto; manso y abueyado el simplón y desrazado quinto; devuelto sexto por
flojo; exigente y costoso el sexto bis.
El Juli (Sangre
de toro y oro): Silencio y ovación con saludos
Miguel Ángel
Perera (Celeste y oro): Silencio y silencio
Alberto López
Simón (Verde hoja y oro): Ovación con saludos tras aviso y silencio