TEXTO: MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Comienzan a aparecer por el ruedo madrileño los toreros más esperados por una u otra causa. Hoy serán Paco Ureña y López Simón, dos toreros que conquistaron esta afición y sobre los que pululan fantasmas distintos que deberán solventar hoy. Junto a ellos, El Fandi, que no acapara las miradas en esta plaza, pero tiene tauromaquia para sorprender a más de uno.
El granadino es el rey del rock. Vituperado por los puristas, ridiculizado por los sectores más reaccionarios y hasta ninguneado por los custodios de la fe, David sabe quién es y de qué es capaz, y conoce Madrid como el que más. Por eso escapa con bien cada tarde en Las Ventas, aunque no sea un torero de la predilección de este público.
Lo que sí es El Fandi es uno de los toreros a los que más público desea ver cuando salimos de la rigurosidad de Las Ventas, y uno de los que más paseíllos hace al cabo del año. Con sus casi 20 años de alternativa, sigue siendo un portento físico que tiene muy bien planteado y expuesto el tercio de banderillas, donde basa su atractivo entre el público más generalista. Es, sin embargo, un excepcional capotero y un muletero muy solvente, con mucho oficio y recursos para lidiar.
Puede resultar David el tapado del cartel, porque nadie mira para él cuando se ve el festejo de manera global. Lo normal sería que no le hiciesen ni caso, pero no es Fandila frágil de moral, ni mucho menos. Por eso siempre hay que contar con él.
Es el murciano, seguramente, el torero que más ganas tiene esta afición venteña de sacar por la Puerta Grande, pero hasta ahora, por unas causas u otras, no ha sido posible. Y no es por casualidad ese deseo del público, porque se ha entregado Ureña en este ruedo y ha sangrado y triunfado, aunque no fuera de forma rotunda. Y ya le va tocando, que no es esta afición la más paciente del mundo.
Paco es dueño de uno de los cites más puros que pueden verse hoy en el toreo. Sólo verlo colocarse para proponer el toreo predispone para aplaudir, aunque luego siempre ocurra algo que haga que no terminen de salir las cosas completamente redondas. Y a eso no ayuda su expresión triste y melancólica, que aunque esa no toree, sí se ve desde el tendido para crear empatía o no.
Es la primera comparecencia del murciano en este San Isidro, donde tiene contratadas otras dos. Esta será para lidiar encaste Atanasio-Lisardo, habrá una más con Cuvillo y una última con Victorino, en lo que es una clara apuesta por abrir el material para buscar el triunfo y un reflejo de su capacidad para brillar con lo que le pongan por delante. Pero esta debe ser su feria o tenderán a aburrirse.
Alberto es otro de los profetas de Las Ventas que corre el riesgo de dejar de serlo. Fue esta plaza la que le encumbró por su pureza, su frescura y su clara apuesta por la verdad descarnada a la hora de torear, actitudes todas que llegan mucho al corazón de esta plaza. Sin embargo, las cosas no rodaron el pasado año por diferentes causas y necesita un triunfo inmediato el de Barajas para volver a contar con el crédito de esta plaza.
Y es que la virtud fundamental de López Simón, su templada verdad a la hora de ponerse, se tambaleó el pasado año por causas externas a su voluntad y aún está en la búsqueda del torero que ya fue y debe recuperar. La elección de la ganadería de su primer compromiso en Madrid de los dos contratados puede no ser casual, ya que fue El Puerto el hierro con el que comenzó a llamar la atención a este público.
Es la hora de darse por completo para Alberto, porque no rodaron las cosas en Sevilla y él mismo reconoció que no había excusas. Pero también es cierto que el madrileño tiene dentro aún mucho toreo para ofrecer al mundo. Sólo tiene que ponerse de acuerdo con su frágil moral. Y lo hará.
Un San Isidro más, El Puerto de San Lorenzo cumple con su cita, desde hace ya casi cuatro décadas, de forma ininterrumpida con la plaza de Madrid. La casa de Lorenzo Fraile es la que mantiene hoy por hoy de forma más viva la llama de Atanasio y de Lisardo, con virtudes que hacen que sea un referente de esta procedencia.
Algo más bajo, algo mejor hecho y algo más rematado está el toro de El Puerto que el original de Atanasio, y eso es obra de Lorenzo y de sus hijos, que han conseguido un toro de verdadera armonía y belleza que, además, embiste con mucha claridad y con mucha franqueza en la muleta. Hoy deberá, sin embargo, volver a demostrarlo, porque en esto de la ganadería, y en Madrid, cada día es un nuevo examen de reválida.