MARCO A. HIERRO
«Aquel
día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas del cielo
fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches”. Apenas fueron tres las que el
cielo cayó sobre Santander, pero acercó el relato bíblico a un Arca de Noé que
sabe ser lista con el hábil, dura con el frágil y cruel con el torpe. Si algo
tiene el toreo o lo que queda de antiguo en él, es la capacidad selectiva para
aguardar el futuro a los que lo valen de veras. Y suele pasar que este
mercadillo de la Fiesta se parece en ocasiones al arca de Noé: hoy seleccionó a
los momentos de los que se pusieron delante una novillada para estar en las
Ferias.
Novillada
a modo, con sus caras amables, su trapío por detrás y su fondo en el interior. Para
poner en el toro de la carretera a Menes y Mora, para gastarle las ruedas que
su motor tenía y para derrochar la gasolina de plaza en plaza que segundo y
tercero derramaron sobre Cuatro Caminos.
Y también suele pasar en esto del sino taurómaco que, a veces, éste elige
al menos venturoso para ser destinatario de su tesoro, y la perla de la
temporada que se llama Jesús Enrique Colombo bailó sobre el diluvio bíblico con
la pareja más fea antes de subir a bordo.
Porque
el Arca de del diluvio universal que hoy cayó sobre Santander tenía la
capacidad selectiva de elegir a los dos más capaces para que la descendencia
fuese fructífera… y la ratita lista venezolana se llevó la oreja del
descendiente de Adán, sobre todo, por la proposición presta que mostró durante
toda la tarde y lleva haciendo toda la campaña. De nuevo vino a Santander a tirar
la moneda a la antigua, a quemar el último cartucho, a combinar la seguridad
con la tranquilidad para saberse libre ante el peligro acechante del sistema.
Tuvo Colombo la perspicacia de ser diligente para saber
soltar el cuervo que llevaba dentro y otear cuándo había o no tierra en las
aguas. Entonces, cuando la avistó en el inicio de faena del cuarto al que le
cortó el premio, echó el ancla del valor plomizo mar adentro. Y cuando no,
también, porque ya también lo hizo en ese primero que tenía mucho de zorrón y tan
poco de agradecido que dos golpes en el rostro evitaron su desgracia. Tuvo agallas
para darle fuego a ese «Diablillo” abreplaza justo por donde el maligno no
quería: por abajo. Hundido en la arena se los propuso Jesús Enrique y con la
cara por el infierno viajó el desagradecido animal a pesar de que su condición
era volar por el rostro del joven, como en un par de veces le amenazó con sus
cuchillas.
Pablo Mora también quiso proponer puro pero las
circunstancias le llevaron a no cuajar en su primera novillada del año y el
Arca se comió su única oportunidad en el estío. Intentó cogerle la distancia al
tercero pro no logró fruto. En el sexto, la mala espada se comió el ímpetu
demostrado. Capacidad selectiva tuvo el Arca con un Daniel Menes que no tuvo su
tarde. Lote para ponerse en las Ferias, pero no es la raza buena amiga si no va
acompañada de la despaciosidad cuando un novillo te embiste para soñar el
toreo. Por eso a veces es mejor cambiar el portón de los sustos por dar el
susto al final, meter el acero aunque sea caído y enloquecer cuando el tendido
tiene ya en la mano el moquero. La capacidad selectiva de este negocio del
toreo se lo enseñará a Daniel.
Antes de eso, el pico lo pondrá Colombo junto al Nuevo
Testamento que le otorgará Ponce en Zaragoza, donde el ruedo de La Misericordia
ya le espera con la rama de olivo que le augure la descendencia selectiva que
el Arca le otorgó en este ecuador de campaña. Pero eso forma parte de otra
lección bíblica…
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Segunda de la
feria de Santiago. Novillada con picadores.
Seis novillos de Zacarías Moreno, de buena hechura y
correcta presencia. Áspero y rajadito el defensivo primero; enclasado y largo
el boyante y gran segundo, ovacionado en el arrastre; con fijeza, prontitud y
clase el bravo tercero, ovacionado; de calidad a menos el noble y entregado
cuarto; manejable pero rebrincado el vulgarote quinto; pasador sin codicia el
esmirriado sexto, que no estaba en la novillada y salió por error.
Jesús Enrique Colombo,
ovación y oreja.
Daniel Menes,
silencio y silencio.
Pablo Mora,
silencio y ovación.