JAVIER
FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Paco
Medina tiene el don de la pertinencia. Cuatro novillos decía el veterano
toledano hoy a este medio que le iban a embestir: dos se los llevaron bajo el
brazo los veterinarios a las doce, los otros dos –con la mansedumbre y la
guadaña asesina en sus entrañas-, le embistieron a Adame y De Castilla y sin
una oreja se fueron al desolladero. Cumplió a medias su palabra el ganadero, a
pesar de las circunstancias y de la polémica de si fue o no bueno el encierro y
el café con el que los tres que relucían en el cartel se jugaron el cuello. Porque eso, un café, le valió a Fidel San
Román la fortuna con la que Medina amasó El Montecillo, pero no supo echarle
precisamente Paco la levadura de la docilidad pausada micrófono en mano.
Hoy
vinieron en busca de ese café dos tiesos de Murcia y Colombia y un hambriento
azteca, pero casi se lleva su cuello el diablo por intentar conseguir la meta. La
mano y los tendones le arrancó a un Filiberto al que La Condomina, allá por
septiembre, espera –si el hule lo permite- con el carné de doctor en tauromaquia;
el gemelo le atravesó cual crucifixión taurómaca el tercero a un Adame que vino
tras el oro aquicalidense que España le debía; alma, vida y corazón le echó un De Castilla que no le quedaba otra que
bailarle a la muerte o morirse de hambre. Eligió lo primero.
El
cuello por un café se jugó un Luis David más alto, menos moreno y con mayor
impacto inicial que el Adame que lo veía desde una contrabarrera. Sabía
perfectamente la madre Taurodelta lo que hacía poniéndolo dos tardes en su Feria
cuando se había cepillado de ésta a Joselito por una mala gestión de despachos. Lo sabía porque quiere en su mano el café
que busca el joven, el que fue a buscar a la puerta de chiqueros, el que fue a
buscar en el quite de manos bajas, el que fue a buscar en el brindis de sangre,
el que fue a buscar en los cambiados de inicio y el que encontró en dos tandas
a ralentí por la diestra. Pero el que le arrebató un asesino cuando con su
arma ardiente le calcinó el gemelo atravesándoselo por completo. Una oreja a la
cama del hospital, Luis David. En una semana te espera tu plaza.
Supo que
el café estaba calentándose un Juan de Castilla por el que, allá por el
septiembre pasado, su familia rezaba para que cortase el trofeo que se llevó; hoy, mayor y con el frío invierno alcarreño
penetrado en su alma gladiadora, hizo comprender a Madrid que su guerra es
espartana. A punto de llevarse el cuello estuvo el quinto cuando, a eso de
las nueve menos diez de la noche madrileña, levantó la cara en el embroque el
de El Montecillo. Pero para entonces sabía Juan ya lo que era el hambre de
estómago, y para eso luchaba por quitársela de encima quedándose sólo con tres.
El cuello
le vio al frío sexto, reacio a entrarle al capote a la espalda de salida: menos
mal que diez segundos antes optó por echárselo delante y limar un embroque
revuelto como si de un atanasio se
tratase. Estaríamos hablando de otra
desagracia si la Providencia no intercede porque Juan tomara esa decisión. Lo
vio claro poco después y, buscando el café de la gloria, lo brindó. Y en el
abrigo de las tablas por la mansedumbre rebañó el despojo que toda una tarde
merecía. Buscó y encontró los granos del
café de Medina. Puede hacerse rico…
El que
olió pero no saboreó la taza fue un Filiberto que se jugó la nuez con el manso
primero. Pasó las de Caín un joven delgado, con cara de triste pero fuerte de corazón
que supo verle enseguida la virtud a la mansedumbre. Poco espera el que poco ansia, y como es ambicioso el murciano se jugó
las pelotas en terrenos del 4 sin que una plaza aún dormida con el minuto de
silencio por «Gallito” se percatara de lo que allí sucedía. Un corte en la
mano que el parte médico relata mejor que servidor lo narra acabó con su
ilusión hasta que Madrid lo premie de nuevo con su presencia antes de la
ceremonia toricantana.
El café que Medina lleva como vitola buscaron
dos tiesos y un hambriento hoy en Madrid,con la estatua de un Yiyo aún pintada y sin limpiar por una Carmena que esputa
de su raíz cultural a los ciudadanos que no la votaron pero –sin mayoría- la
tienen que aguantar. El café que Medina
y sus ochenta y dos se llevaron a Toledo, que Filiberto se llevó al hule de
Calasparra, con el que Luis David se fue al hoyo por el asesino tercero y con
el que el hieratismo sereno de Juan de Castilla, ese, el café de los ricos,
conquistó hoy el corazón de la capital.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Novillada con picadores. Más de
tres cuartos de plaza.
Seis
novillos de El Montecillo, manso de libro un
abreplaza que jamás humilló, manso también el segundo, con calidad el buen
tercero, aplomado el feo cuarto, aplaudido el buen pero aplomado quinto, a menos
un sexto que se tornó en peligroso al rajarse.
Filiberto,
tímidas palmas y herido.
Juan
de Castilla, ovación, silencio, vuelta al ruedo y oreja.
Luis
David Adame, oreja y herido.
PARTE MÉDICO de Filiberto
Heridas en dorso de mano izquierda, con
sección completa aparato extensor segundo dedo, y sección extensor común tercer
dedo. Herida inciso – contusa en región cubital mano izquierda. Es intervenido
quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros, pasando al hospital San
Francisco de Asís. Pronóstico menos grave
Fdo :Dr García Padrós.
PARTE MÉDICO de Luis David Adame
Heridas por asta de toro en cara anterior
pierna izquierda de 30 cm, que produce destrozos en músculo tibial anterior
alcanzando borde anterior de meseta tibial externa, y otra de 25 cm en cara
externa de la misma pierna, que produce destrozos en músculos peroneos y
alcanza cabeza de peroné, contusionando nervio ciático poplíteo externo. Es
intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros, pasando al
hospital San Francisco de Asís. Pronóstico grave que le impidió continuar la
lidia.