133 Hostelero 545 kg.
Salió con pies el castaño primero, con su cara de carnero, sus pitones al cielo, su generosa badana y su vareada trana, y humilló en el saludo capotero. Cabeceó en el peto y acudió con alegría en banderillas. En la muleta sacó nobleza el animal y voluntad de seguir las telas siempre hacia adelante. Sin ser un dechado de boyantía, aguantó la exigencia y embistió por abajo con duración, repitiendo siempre.
89 Injertador 535 kg.
Amplio de pechos y cuna era el segundo, también castaño y ojo de perdiz, distraido y desentendido de las telas en los primeros tercios, de oca a oca con los caballos en el tercio de varas. En la muleta tuvo la virtud de la movilidad, pero también el defecto de la informalidad en la arrancada y la cara suelta, lo que corrigió Perera en gran medida. Terminó embistiendo con cierta entrega por el pitón izquierdo en dos tandas.
177 Labrador 530 kg.
La bella estampa con la que salió Labrador mostró pronto el escaso poder que encerraban sus hechuras, y no acompañó la buena humillación y el desliz con la transmisión que llega a los tendidos. Muy medido fue el toro en el caballo para preservar su condición. Pero le costó tanto al animal mantenerse en pie durante la faena de muleta que apenas lo consiguió en alguna ocasión, desluciendo todo lo que se le hacía.
155 Guardés 570 kg.
Imponente de presencia y seriedad era el Guardés que hizo cuarto, que tuvo movilidad y humillación en el capote de Abellán y galopó con buena clase para acudir a los cites en banderillas. Le costó un poco más centrarse en la muleta, cuya faena comenzó protestando a cabezazos, pero acudiendo a los embroques. Demandó imposición y mando, y sujetó la cara cuando se lo dieron, pero se aburrió pronto y perdió el fuelle. No obstante, supo Abellán mantener al mínimo la exigencia para mantener de pie al animal.
91 Valdivia 585 kg.
Seriedad y mucha plaza tenía el quinto, que sin embargo auguró pocas virtudes en su desentendida e iiregular forma de acudir a los engaños. Se pensó las arrancadas en el caballo y también en banderillas y se las dio con final de tornillazo a Perera en la muleta. Le costó pasar de los embroques y hasta pareció sufrir problemas de respiración que lo congestionaron a mitad de faena. Fue más la intención que las condiciones a la hora de embestir bien. Se echó en el final de faena, completamente desfondado.
135 Manirrota 550 kg.
El tipo clásico de la casa sacó el sexto para demostrar motor desde su salida, aunque no fue entregada su pelea en el caballo ni franco su galope en banderillas, por lo que llegó casi sin definir a la muleta de Fandiño. Con aspereza y hasta violencia le fue escupiendo las embestidas a un Fandiño empeñado en imponerse a la prenda. Poco a poco fue respondiendo a la entrega de Fandiño, que le tragó y le consintió hasta que logró sacarle las embestidas por abajo. Fue un espejismo; díscolo y protestón murió el bicho.