TEXTO: MARCO A, HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Al contrario de lo que pueda parecer, el de hoy en Madrid no es un cartel de jóvenes, sino un cartel joven destinado a apuntalar las ferias del mañana. Son estos de hoy los que están llamados a tirar del carro de las ferias y a mantener la ilusión del aficionado, aunque a veces a un torero haya que esperarlo para verlo romper.
A pesar de que sólo son siete temporadas como matador de toros, el gaditano David Galván es el más veterano del cartel que se enfrenta a la corrida de Valdefresno. Ya sabe lo que es acariciar la gloria de Madrid, pero también dejarse un toro vivo, por lo que tiene muchos puntos de referencia para que salgan las cosas. Ya pisó este ruedo el Domingo de Resurrección, pero un lote parado y sin empuje arruinó sus esperanzas. Por eso la de hoy es la bala más importante de su carrera.
El camino de David hasta San Isidro esta temporada ha sido magnífico, porque llega con seis corridas de toros, dos de ellas en plazas de primera, y con siete orejas cortadas en plazas de menor categorá pero que sirven para coger sensaciones. Toda la preparación ha ido encaminada a que las cosas funcionen el día de hoy. Ahora, que embista alguno de Valdefresno, donde también ha cuajado un par de ellos en el campo.
Desde que confirmase su alternativa en Madrid en 2016, siendo uno de los novilleros punteros por su personalidad distinta y su diferente forma de manejarse en el ruedo, Juan Ortega no ha dejado de crecer interiormente, y eso lo demostró con la oreja que cortaba el pasado Domingo de Resurrección en Madrid, poniendo de acuerdo a Las Ventas con veinte pases. Porque, además, ese el el toreo de Ortega, que no es largo, ni denso, ni supura poder; pero tiene sello, personalidad y gusto, y una torería fuera de lo común en los tiempos que corren.
De hecho, sólo son dos los paseíllos que lleva trenzados esta temporada, uno en las tierras mexicanas de Texcoco, donde no pasó del silencio, y el mencionado de Madrid el Domingo de Ramos. Pero tiene a la gente a favor por esa oreja cortada, pero sobre todo por la imagen de torero distinto, sin urgencias, que sale a la plaza a torear y a pasarlo bien y si sale, sale y si no… pues a casa. Y eso lo hace muy atractivo.
Otro de los toreros que llega a Madrid con la corriente a favor es Joaquín Galdós, que concluyó la pasada campaña hecho un huracán y ha vuelto este año en las mismas condiciones, haciendo que vibrase Sevilla a nada que le han dado la oportunidad de hacerlo. En Madrid ha llamado a las puertas el peruano, pero no ha llegado aún la faena rotunda que lo consagre. Esa puede estar guardada para hoy.
Y eso que ha sufrido el parón del invierno y desde que se iniciase el año sólo ha trenzado dos paseíllos, el que realizó en Guadalajara (México) el pasado mes de febrero, y el mencionado de Sevilla, donde sólo la espada le privó de obtener un triunfo grande. Pero también provocó que ahora el aficionado esté esperando el toreo poderoso pero de regusto de Joaquín, que suele dejar huella.
Una de las ramas de la casa madre de El Puerto de San Lorenzo, la selección ha hecho que hoy en día la vacada que creó Nicolás Fraile se parezca poco en el tipo al tradicional toro de Atanasio-Lisardo que se crió en Salamanca en el último tercio del siglo XX. Toro basto, astracanado y carifosco, el de Valdefresno es un animal imponente que acepta peso por su poderoso esqueleto y alzada, lo que lo hace perfecto para presentarse en Madrid.
El pasado año no estuvo en San Isidro, pero sí echó dos sobreros durante la feria, aunque el hito más importante fue la buena corrida de toros que lidió el 15 de agosto y que le sirvió a Juan Ortega para cortar la oreja que le ha puesto en el camino este 2019. La de hoy es la primera corrida del año para Nicolás y José Enrique Fraile, con la máxima responsabilidad que exige Madrid en San Isidro.