Así anduvo la corrida de Cuadri. Toros con grandes cajas,
casi como contenedores de barco, que no albergaron en su interior lo que del
buen Fernando se espera. Ninguno llegó con embestidas sinceras a las muletas de
Encabo, Robleño y Alberto Aguilar.
Y el apunte de la tarde lo dejó un hombre de plata, Ángel
Otero, al parear con la máxima verdad a un toro que lo esperaba con
pensamientos de mala persona. Puso un primer par que levantó al público de sus
asientos. Y en el tercero, literalmente le quitó el toro las banderillas de las
manos antes de clavar, lo que ocasionó que sacara su raza torera y volviera a
pasar para colocar un cuarto par bajo el consentimiento de la autoridad.