LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

La cuarta pared


jueves 10 mayo, 2018

Sólo la ambición evidente y expuesta de Román con el gran segundo encontró eco en un tendido que prácticamente obvió el asiento de Adame y la expresión arrebatada de Garrido

La cuarta pared

TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Lo van a volver a esperar. A Román, que ha caído de pie en esta plaza -hasta se ha echado de apoderado al gerente- lo va a esperar Madrid hasta que la rotundidad se lo lleve caminito de Alcalá. Es joven, no tiene pinta de tener malicia alguna y resulta natural hasta cuando comete el error de la tarde: tirarse con ese segundo, bravo, en la suerte contraria. Y allí se quedó lo que bien pudo haber sido su segundo portón en Las Ventas, porque el torero de Valencia ha caído bien contra la cuarta pared.

Todo el que se sumerge en el mundo del teatro sabe que así -la cuarta pared- le llaman los actores al hueco donde el tabique está lleno de caras. Es el público, el que paga y sustenta el espectáculo, el que se sitúa donde debería levantarse una cuarta pared, que lleva ya un par de días en Madrid siendo tal vez más pared que las de verdad. Que se lo digan a Garrido, que hoy vio cómo pasaba el tendido en general de los cinco o seis mejores naturales que se han soplado en esta feria. Como si fuera fácil. Pero eso a Román no le pasa.

Al rubio levantino no le ocurre porque a Madrid le gusta la entrega, la exposición evidente, el alarde de valor que comprende todo el mundo y el atropello de los terrenos para mayor gloria de la fama particular. Por eso no cuesta que rompa la plaza al unirse su voluntad con la del Fuente Ymbro segundo, que no sólo fue bravo, también tuvo la movilidad evidente para ligar el evidente toreo. Y lo ligó Román porque no les pierde pasos -sólo al quinto para buscarle una inercia que nunca terminó de adquirir-, porque no les cede un palmo y porque sabe que es ahora cuando tiene que apretar para alcanzar el billete grande. De torear despacio y de sentir o expresar ya tendrá tiempo cuando le importe menos la cuarta pared. Porque esa busca lo que Román ahora le da.

Pero le cuesta a esta plaza romperse el corazón a uno por hora, porque entiende el tendido que el toro capaz de embestir así no tiene emoción alguna. Y como persiste en ese error le cuesta a la cuarta pared paladear la muleta de Garrido barriendo arena como si el tiempo no se fuese a acabar jamás. Con media tela a la rastra, con el alma desbocada, con el diapasón al mínimo y el ralentí siempre a más. Claro que tiene emoción el que embiste despacio, porque despacio se dice el toreo y se siente el muletazo. Y despacio embiste solo el que se entrega de verdad, que también pasa por menos brioso porque entregarse cansa mucho. Y mucho más cuando el público se vuelve cuarta pared. Pero esta tarde José debió de pasarlo cumbre, porque no todos los días eres capaz de sentir un toro así.

Para bien y para mal, porque a Joselito Adame le salió primero el del carbón, el de la evidencia, el que corre mucho y humilla poco, pero también el que conquista el tendido de Madrid. Y ahí poco tienes que hacer cuando sabes torear, porque ese conocimiento impide muchas veces cometer locuras de niño. Y Joselito, que tiene el conocimiento, ya no lo es. Quiso aprovecharlo el mexicano, claro está, pero le faltó clase al animal, y humillación, y cadencia, que no ritmo, y orden a la hora de pelear. Por eso se puso Adame muy de frente frente a él, muy de verdad en la oferta, muy asentado en los pies. Era lo que se terciaba en tarde de matar mal pero salir con bien, porque el pitón izquierdo con que le amenazó el gaznate el cuarto fue para comer cerillas. Y la línea recta diestra que le dejó ejecutar el que toleraba poco poco fue para bagaje mayor. Y no pasó del silencio.

Sí lo hizo ese Hechizo negro con el hierro de Fuente Ymbro, que conquistó Las Ventas por la vía del correr y le llegó al alma a Román por el camino de humillar. Porque entre los dos hicieron que la cuarta pared, que hoy maltrató a Garrido y al toreo al natural de concepto eterno, espere de nuevo a Román. Y aún le quedan aquí dos tardes.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Tercera de la feria de San Isidro. Corrida de toros. Dos tercios de plaza. 

Seis toros de Fuente Ymbro, con kilos y con trapío sobrado, musculados y rematados de todo. De genio y temperamento el enrazado primero; con transmisión, emotividad y calidad el gran segundo; de gran clase y entrega el justo tercero; reservón y exigente de potable pitón diestro el cuarto; docilón y obediente sin entrega ni calidad el quinto; espeso y vulgarón en todo el sexto.

Joselito Adame (manzana y oro): silencio y silencio. 

Román (gris plomo y oro): ovación y silencio. 

José Garrido (palo de rosa y oro): silencio y silencio.