TEXTO: MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Tres toreros modestos y la ganadería que más toros duros ha echado en los últimos años en Las Ventas. Tres toreros en busca de una oportunidad de mostrar su dimensión y una ganadería con fama de fagocitar toreros. En principio, todo en orden para ver un festejo de los que parece gustar en Madrid, pero no será así. Como demostrará el tendido.
A la espera de pisar el ruedo de Madrid durante mucho tiempo, el gaditano Octavio Chacón es uno de los toreros más demandados en los últimos años por un sector de la afición madrileña y hoy le llega la oportunidad de no defraudar, después de su notable actuación del pasado año. Torero veterano ya, es un especialista en lidiar encierros de los encastes minoritarios y, de hecho, las tres corridas de toros que lleva este año, las tres en Francia, han sido con hierros de los aceptados como duros.
Fueron 13 los paseíllos que firmó en 2017, entre los que destacan varios en ruedos franceses y peruanos, donde deben anunciarse los toreros que no cuentan con demasiadas oportunidades en tierras europeas. Poderoso en su concepto y en su ademán, Octavio tiene seguridad y gobierno en su muleta y puede ser una apuesta rentable en la tarde de Saltillo.
El sevillano Esaú Fernández ha ido cambiando su concepto -por necesidades del guión- desde que tomase la alternativa hasta el día de hoy. El que fuera torero de esmerada composición ha tenido que reinventarse como lidiador capaz y torero de oficio más que sobrado para entenderse con las ganaderías más complicadas. Esta es la forma en que se le presenta volver a Madrid -la última fue de Lagunajanda- y así la toma sin dudarlo.
Llega a la cita más importante de su temporada después de torear dos corridas de toros este año. Una fue en el estado mexicano de Chiapas, donde cortó cuatro orejas, y otra el pasado fin de semana, en Sotillo de la Adrada, donde desorejó a un ejemplar de Mollalta. Es un superviviente y nunca entrega la cuchara. El pasado año tomó parte en siete festejos, muchos de ellos en tierras americanas, donde ha encontrado una vía para desarrollar su profesión. Lo que está libre de duda es su entrega.
El colombiano Sebastián Ritter ha encontrado en las ferias de su tierra la válvula de escape para no perder el ritmo y la esperanza con lo poco que torea en tierras europeas. Torero de valor y de riesgo, sorprende su facilidad para jugarse el pellejo a como de lugar, pero también está muy pendiente de los detalles que al final no le permiten romper en otro estatus. Es conciente de que esto es Madrid y sus alardes deberán estar encaminados en otra dirección, no en un arrimón sin sentido.
Son cuatro las corridas de toros que lleva en el bagaje de 2018 y sólo una de ellas, la de Gers, en tierras francesas. Y en ellas, aunque la impresión ha sido muy buena, sólo ha cortado dos orejas, lo cual es uno de los problemas a los que se enfrenta a menudo: su facilidad para torear y para pisar el sitio donde huele a pólvora no se corresponde con los trofeos que pasea finalmente en sus actuaciones. Hoy, aunque esté envenenada, tendrá otra oportunidad de tocar pelo.
Es el de Saltillo el encierro que menos querían los toreros a la hora de confeccionar los carteles de la feria. El famoso Cazarrata, que puso en apuros a un matador veterano del palo de Sánchez Vara, cobró la celebridad suficiente como para que el hierro lidie de nuevo este año en Las Ventas.
Es la ganadería que más toros y novillos de díscolo y duro comportamiento ha echado al ruedo de Madrid en los últimos años, lo que alimenta una peyenda moderna de dureza sin igual. Sin embargo, también hubo tres novillos que sobresalieron por su calidad en el ciclo de encastes minoritarios de hace tres años. Y todos esos animales llevaban el mismo hierro que no se debe minusvalorar.
