LA CRÓNICA DE VALENCIA

La pureza viste de blanco


sábado 22 julio, 2017

El torero al que los trampantojos de Levante le dieron por marzo el aire de vida que hoy le faltó, quiso ganarse el respeto y la verdad de Valencia de blanco. Lo hizo por la izquierda y de frente.

El torero al que los trampantojos de Levante le dieron por marzo el aire de vida que hoy le faltó, quiso ganarse el respeto y la verdad de Valencia de blanco. Lo hizo por la izquierda y de frente.

 

 

JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

La pureza viste de blanco y torea al natural. No es vana con el mañana, sino ambiciosa con el presente y respetuosa con el porvenir por no saber el grado de merecimiento del contrato que toca firmar. Hoy tuvo mucho de lo último la presencia de Ureña en Julio, un torero al que no le importa que mañana sea domingo y el traje siga colgando en El Casar porque el hoy y sólo el hoy es el más importante de todos los retos.

No es la pureza en esto del toreo aduana para ganarse la vida y eso lo sabe Paco, porque la desgracia de este negocio está en no ser justo con el paquete que se pasa abajo. Pero dijo bien clarito por la zurda hoy el murciano que la droga de la verdad la lleva a gala. Y por seguro que Ureña entiende ese concepto como antídoto contra el injusto mañana contractual. Lo dijo toreando entre las siete y las nueve. Puro, verdadero, lleno, entregado, roto… mil tópicos descriptivos en uno sólo: al natural.

El torero al que los trampantojos de Levante le dieron por marzo el aire de vida que hoy le faltó, quiso ganarse el respeto y la verdad de Valencia vestido de blanco. Lo hizo por la izquierda y de frente, como la vida le enseñó al murcianito sincero, de terso bonachón que a veces torna en tristón cuando las cosas no salen. Le salió cara la moneda de jugarse el bofe, de escapar sanguinoliento de la soberana paliza del segundo y de esperar la muerte del de Algarra con la sien acuchillada por el enemigo… la sonrisa aún estaba porque el morirse no había llegado en la espada. Había llegado en el despatarrarse por la zurda de los millones, por ahogarse en el mar de su libre proposición y por morirse proclamando un concepto que ya es homilía para cada afición en la que predica.

Ya quiso hacer pura su teoría en el saludo a la verónica del segundo, pero los enganchones evitaron la conexión con el fiel en potencia. Sí llegó ésta en la expresión que puso a diestras, echada a perder por los enganchones que supo arreglar con la zurda en el prólogo de su dictamen. La sonrisa en la boca, la tez expresión a golpe de natural y el volteretón dramático pusieron al templo al loro. La plaza en un puño, Ureña sin quererse ir hasta la muerte del de Algarra y primera valla para la meta levantina conseguida.

En una ovación estalló la plaza cuando el sexto, al correrse turno, iba a hacer acto de presencia y Ureña abandonaba la enfermería para proseguir con su parábola. Por estatuarios comenzó una obra perfecta en estructura, que se convirtió en canela en rama con las dos siguientes series con Nerva como sinfonía de la ópera de izquierdas que Valencia saboreó. El cite de frente, el mentón en el pecho y la proposición siempre pura se ganaron de nuevo a la plaza. Y ese saber cuadrar los tiempos y las formas para tirar al toro de un puñetazo. Así se enseña el toreo predicando en una plaza de primera el concepto en el que siempre se ha creído.

La pureza de López Simón le llevó a cortar con Julián Guerra en cuantito pasó San Isidro. Planteó el asunto al natural y en Alicante vio la luz que en Madrid no consiguió alcanzar. Luego fue Pamplona la que se entregó a sus arrimones sin toreo y hoy Valencia le pidió una oreja a la proposición por circulares en el epílogo de su primero. Faltó toreo fundamental, llegó el repertorio entre pitones y la plaza se volcó con el de Barajas. La estocada le valió el premio que el desclasado quinto no tenía. Esa misma pureza llevó a Paquirri a querer anunciarse en Sevilla, Madrid y Valencia para decirles un adiós al que hoy le faltó ambición. La sal de la esencia trianera que quiere profesar no llegó del Guadalquivir al Turia y se le fue el buen cuarto, al que se empeñó en masacrar en varas. Tuvo bondad un toro que, a pesar de todo, le duró. Una lástima para el aficionado.

Para entonces la pureza, ataviada de blanco y oro, la había plasmado Ureña al natural. Su tarde del año. Su homilía del 17. Su verdad hecho pregón y su concepto llevado hasta el último resquicio. Una vida al natural.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia. Tercera de la feria de Julio. Corrida de toros. Media entrada en los tendidos.

Seis toros de Luis Algarra. Noblón sin gas el serio primero; con calidad a zurdas el segundo; con durabilidad el buen tercero; con calidad pero venido a menos un cuarto que se llevó lo suyo en varas; desclasado el quinto; con duración y calidad el buen sexto.

Paquirri, silencio y silencio.

Paco Ureña, ovación y oreja.

Alberto López Simón, oreja tras aviso y silencio.