TEXTO: MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Comienza un nuevo San Isidro. La feria más importante y más larga del mundo regresa hoy a la palestra con la misma ganadería que inició en 2018 las corridas de toros: La Quinta. Los cárdenos santacolomeños tendrán delante a tres toreros con necesidades concretas y capacidades distintas, pero los tres con fondo.
Torea poco, pero cuando lo hace deja muy claro que debería vestirse de luces mucho más de los que el tejemaneje del sistema le permite. Tampoco termina de encontrar a la persona que defienda sus intereses como él necesita, a pesar de que hoy esté listo para despachar al primer toro del Mundial del Toreo. Matador capaz y con un oficio bien asentado que le permite lidiar cualquier tipo de toro, si bien lucir es otra cosa. Siempre que pisa Madrid da la cara, incluso con sangre.
LLega a su debut en este San Isidro con una sola actuación esta temporada, pero ya es más de lo que había toreado en las íltimas temporadas por estas fechas. Fue el pasado 23 de abril en La Flecha, y fue para desorejar a un toro de Victorino Martín, lo cual no es nada fácil para nadie. Quiere abrirse camino y tiene la determinación de hacerlo a como dé lugar. Por eso es interesante.
Después de un año 2018 de triunfar y recoger, después de cinco paseíllos en Las Ventas para pagar con verdad y sangre cada oportunidad de pisar este ruedo, Javier Cortés se hace presente coon La quinta en la primera de las dos actuaciones que tiene contratadas en la feria. Adalid de la verdad y de la exposición sin alharacas, Javier es una de esas flores raras que jamás ha dejado de ofrecer la máxima exposición con la esperanza de que algún día ese concepto le hiciese triunfar en un sitio importante. Hasta que llegó el momento. Francia y su dureza ya lo conocían, pero a su tierra llegó en 2017 y 2018.
Y, aún así, aún no ha toreado esta temporada en España, y los dos paseíllos que lleva trenzados se produjeron en las tierras francesas de San Martín de Crau -donde saludó una ovación- y en las ecuatorianas de Riobamba, donde paseó una oreja de cada toro de su lote. Es siempre torero de Madrid y este ruedo lo hace aún más grande porque hace que merezca la pena cada momento de cruzar la línea. Las Ventas siempre le da la bienvenida.
A pesar de haberse formado durante mucho tiempo como novillero en España, Thomás Dufau es aún un desconocido para el gran público español. El torero francés regresa a la primera plaza del mundo después de que el pasado San Isidro fuera uno de los damnificados por la suspensión de la corrida de Partido de Resina en la que estaba anunciado, la única suspensión de la feria. Su presencia esta tarde es un detelle que la empresa ha tenido con él.
Torero esencialmente estético y con el corte de gusto, Dufau ha toreado únicamente dos festejos en lo que va de año, y también han sido en América y en Francia. San Cristóbal fue testigo de su indulto de un toro de Rancho Grande allá por el mes de febrero, y San Martín de Crau lo vio dar una vuelta al ruedo con un toro de Yonnet. Esta es, seguramente, la corrida más importante de su vida, porque se anuncia, además, con un encierro que puede embestir.
Es otro de los grandes atractivos del cartel, porque la vacada que representa Pepe Conradi es uno de los adalides del encaste Santa Coloma y su fondo de bravura. Tiene el inconveniente de ser un toro chico que necesita de un plus de presencia para lidiar en Madrid por cómo están establecidas las cosas, lo que hace un poco más difícil escoger al toro que rompa. Además, hablamos de una ganadería corta que tampoco puede darse caprichos en la elección; si tiene nueve toros que valen para Madrid, esos son los que van. No hay más. Pero, aún así, es tan buena ganadería que siempre hay embestidas escondidas en el encierro.
De hecho, es tan corta la vacada que el de hoy es el primer festejo que lidia en este 2019, y lo hace en la plaza más importante del mundo. Lo mismo ocurrió el pasado año, cuando terminaron lidiando en diez festejos, entre corridas de toros, corridas concurso y novilladas, con 50 animales que salieron a una plaza para arrojar un balance de 13 orejas.