No es
raro que un torero de plata pida paso en las grandes Ferias: lo que es raro es
que ese paso sea efectivo y, sobre todo, sea público de cara al aficionado. Me
explico: la escalera ascendente de cualquier subalterno puede verse o no
modificada en cuanto a la brillantez o no de sus actuaciones en plazas de
primera. Y eso, hasta ahora, no era lo normal. Hoy Fini volvió a pedir paso a
base de una revolución palitroques en mano ante un cuarto para apostar. Y lo
hizo Jesús Díez de forma perfecta.
No
metió con verdad la cara ese cuarto en el peto de Ignacio Rodríguez, pues en la
primera puya no empujó con boyantía. Pero estaba Fini para levantar un tercio
en el que su nombre levantó en el ámbito argénteo una Beneficencia para el
olvido. Planteó el embroque con torería ejecutó el par con templada parsimonia
y salió Jesús de la suerte con la enjundia de los valientes. Así fueron sus dos
pares. Entre ellos, se coló el de un Guillermo Barbero que otras tardes ha
estado mejor. Ese toro embistió haciendo hasta en dos ocasiones el avión en el
capote de Juan Sierra, a pesar de haber aguantado las chicuelinas de manos
bajas y sometedoras de Juli y el quite de un Perera hierático.
Se fue
a los dos piqueros «Cantaor», el segundo de la tarde, dejando las
varas un par de picotazos ante el puyazo formal de Francisco Doblado. Era el
animalaco un toro manso al que se dejó crudo: valiente anduvo con él Juan Sierra
y trasero colocó el par Barbero. No metió la cara bien en la lidia de Joselito
Gutiérrez. Ante el cierraplaza, la cuadrilla de Miguel Ángel Perera se topó con
un titular devuelto y un sobrero de Montalvo al que Óscar Bernal dejó dos puyas
de auténtico maestro sobre el jaco. Y lo premió Madrid con sus palmas. Antes,
también el coso venteño se percató y ovacionó el gesto de los subalternos de
sujetar el toro en lugar de encerrarlo en el burladero evitando así capotazos
innecesarios. Este de Montalvo pasó sin humillar en la lidia de Fini.
Agustín
Navarro, de los hombres de Juli, dejó un picotazo a un abreplaza con su punto
manso pero que rompería a izquierdas en la muleta del madrileño. Desafortunado
fue el tercio de banderillas a pesar de que metía la cara en la capa de Agustín
Serrano con humillación. Una primera vara leve se llevó un tercero que le
apretó también a Serrano con los palos ante la lidia de Álvaro Montes.
En el
quinto, Salvador Núñez dejó una puya larga a «Beato», un toro que
salía sin humillar y con la cara arriba
y no hizo honores a su hermano que desorejara en su despedida capitalina Luis
Francisco Esplá. Tampoco metió la cara con celo en el intento de quite por
delantales de El Juli. Bien pareó Álvaro Montes a éste, echando las manos
arriba tras el embroque en un segundo tercio largo. Lidió a este toro Ramón
Moya, topándose el torero con un astado que salía suelto y sin humillar de su
capote.
Pero lo
realmente importante ya había sucedido veinte minutos antes: Fini, la juventud
plateada que mostró el arrebato torero hoy en Madrid, había sido ovacionado por
la plaza más importante del mundo.